Este año el argentino Adolfo Bioy Casares cumple dieciocho años de muerto. La mayoría de edad en el mundo de los no vivos. Este escritor nos ha regalado, sin duda, algunas de las mejores obras de la literatura escrita en lengua española. Recordemos que fue Bioy Casares quien escribió que leer era la otra aventura, y que la primera era, probablemente, la vida misma.
Adolfo Bioy Casares ha sido conocido como “el amigo de Borges”: siempre vivió eclipsado por la figura del maestro Jorge Luis; sin embargo, Bioy supo hacer de esta amistad un mito y nos mostró que la amistad es para siempre, así ésta represente la nulificación de su propia personalidad en pos de un amigo que es también un gran, excelente, autor. Muchos consideran menor la obra de Bioy en comparación con la obra de Borges, especialmente si ponemos como parámetro los cuentos de El Aleph. Pero no. La literatura de Bioy, a pesar de converger en temas e inquietudes con Borges, es un ente individual que sabe sostenerse por sí mismo y que, además, sale muy bien librado de esta insana “competencia” literaria.
Radicada en el terreno sinuoso de lo fantástico, las novelas y cuentos de Bioy Casares han sido una muestra de regularidad lírica, un ejemplo indiscutible de cómo sí escribir buena literatura fantástica que, contrario a lo que muchos piensan, no es literatura de evasión, sino una muestra de un sinfín de canales, como raíces de cebolla, en la que convergen filosofía, historia, sociología y la propia literatura en un juego interminable de ficción que nos adentra en un imaginario personal que bien puede adaptarse al lector según éste lo deseé. Pero advierto: los cuentos de Bioy no son para cualquiera, requieren de mucha habilidad como lector. Son obras precisas que no dejan ningún cabo suelto y requieren de mucha entrega por parte de quien las lee.
El autor de La invención de Morel juega con el mote de lo fantástico para crear su propia realidad dentro del género como quien juega con las barreras del lenguaje para, finalmente, sobresalir en un género tan abierto como lo es el fantástico y el de la ciencia ficción, o como él la llamaba: imaginación razonada. Sus temas recurrentes rayan en lo común, quizá: temporalidades que se yuxtaponen, como en un juego de realidades alternas; el tema del otro, del doble; la visión de la locura en el amor, y más. Sin embargo, la manera en la que éste trata dichos temas hacen de su literatura una exquisitez imperdible. Tal es su influencia que podemos encontrar resabios de estas obsesiones en series televisivas de gran envergadura como Lost.
Contrario a su amigo Borges, los cuentos de Bioy tardan un poco en arrancar, así que hay que ser paciente. Pero, eso sí, una vez que logran despegar, no hay quien pueda detenerlos hasta que choquen con nosotros, dejando una huella irreparable.
Es por ello que hoy, si no has tenido la fortuna de acercarte a las obras de este gran autor, ganador del Premio Cervantes en 1990, te recomiendo seis cuentos para conocer, a grandes rasgos, las obsesiones de Bioy Casares. Estos textos breves son un buen inicio para adentrarse en la literatura fantástica que, además, presenta un rigor intelectual demasiado pulcro, un racionalismo calculado. Repito: no son obras ligeras, pero son textos que realmente valen la pena.
Aclaro que los cuentos no aparecen en orden del mejor al peor, sino que están acomodados de una manera arbitraria en la que la única correspondencia es la calidad: todos son una joya. No incluyo sus novelas en esta lista por una sencilla razón: su obra breve no es tan conocida como lo es su ya mencionada novela La invención de Morel o Diario de la guerra del cerdo.
“La trama celeste” (1949)
Este cuento, incluído en la antología del mismo nombre, es narrado por Carlos Alberto Servián, médico homeópata, quien nos cuenta un episodio un tanto burdo de su vida en el cual es convidado por el capitán Ireneo Morris, que se muestra muy afable. Tomando en cuenta que Ireneo no es un personaje muy cercano a Servián, éste siente curiosidad y acude a visitarlo a un hospital en donde Ireneo se encuentra en mal estado (que no deplorable) y se muestra tan familiar que el propio Carlos Alberto se sorprende.
La historia nos ha de conducir por el testimonio de Ireneo, quien le cuenta a Servián la historia del porqué está en cama, por qué se le acusa de traición y, sobre todo, por qué se muestra tan amable, puesto que Servián nunca fue un hombre cercano a él y el único vínculo que los une es que Ireneo solía ser conocido del padre de Servián.
Haciendo uso del tópico de la realidad alterna (un tema que fue introducido por el propio Bioy en la tradición latinoamericana), este cuento va creciendo conforme uno lo lee. Al final, la prosa de Bioy hace que nos preguntemos muchas cosas. ¿Es verdad, pues, que existen distintas realidades paralelas a la nuestra? Un cuento poderoso y asequible, de lo más conocido del autor.
“El gran Serafín” (1967)
¿Qué harías tú si el fin del mundo está ocurriendo al otro lado de la ventana? ¿Serías de aquellos que se disponen a confesar lo que nunca dijeron, a perdonar a quienes les hicieron daño, a confesar que amaron a ciertas personas o que odiaron a algunas otras? ¿O serías de aquellos que cierran la cortina y se disponen a morir en paz sin esperar nada?
Estas preguntas, a mi parecer, también se las hizo Bioy Casares quien, usando como pretexto un viaje vacacional (uno de sus tópicos, que es el viaje como evasión), crea una ficción en la que Álvarez, un profesor que huye de la rutina acompañado de algunos personajes más, llega a un balneario para pasar un rato agradable.
Los personajes que aparecen en este cuento son antipáticos por naturaleza, conviven entre sí, pero hay siempre una nota discordante que hace de esta convivencia algo plástico y meramente artificial.
Es en este balneario en donde comienzan a ocurrir hechos extravagantes, como la súbita aparición de grietas en el suelo de donde emana un agua cargada en sales sulfurosas, o el encuentro con algunas plumas de un tamaño inusitado. Todo esto nos conduce a un final escabroso en el que la historia culmina con el fin del mundo. Sin embargo, los personajes de la narración son tan ajenos al momento que simplemente se abandonan, sin esperanzas ni miedos; simplemente se cierran a su propio fin, poniendo de manifiesto que el ser humano es egoísta por naturaleza.
“Máscaras venecianas” (1986)
El tema del doble está presente en este cuento. Usando como pretexto una historia de amor imposible y, de nuevo, el viaje como un signo de evasión, con tintes de bioética el cuento atrapa al lector, introduciéndolo en una caja china, una representación de la realidad que puede ser eso: una mera representación, un juego onírico pero que, para fortuna del lector, no lo es enteramente. Se crea una ficción desaforada que nos alerta desde los primeros párrafos: es una narración lineal mucho más compleja de lo que aparenta.
El final de esta historia es uno de los más arriesgados de las narraciones de Bioy, pues apela a una cuestión fantástica verosímil y no a un suceso enteramente extraordinario o sobrenatural. Los guiños que Bioy nos regala a lo largo de la historia (cosas que, en apariencia, son sólo meras caracterizaciones de los personajes protagónicos), se convierten en el arma principal para otorgar el golpe necesario y dejar al lector en shock al final de la historia.
Bioy Casares es un maestro del relato corto y con esta historia lo demuestra. Es, además, un maestro del relato amoroso, que se mezcla con la trama fantástica, haciendo de éste uno de sus mejores relatos.
“De un mundo a otro” (1998)
La inclusión de este cuento me provocó un poco de inquietud, pues es más bien una novela corta. Una novela corta de ciencia ficción. Tremenda. Dije que no incluiría novelas, pero me parece pertinente hacer de ésta una gran excepción pues es, además, una de las mejores obras circulares de la literatura argentina y, quizá, de la literatura en español.
La historia nos adentra en un periplo que, a la fecha, no se ha realizado: un viaje espacial a Plutón, llevado a cabo, para variar, por una pareja argentina. Estos dos personajes, una mujer astronauta y un periodista venido a menos, son tal para cual: el hombre acepta viajar con su mujer para ser el cronista del viaje. Sin embargo, en el transcurso del viaje interestelar, una serie de eventos los conduce a abandonar la nave, aterrizando en un planeta semejante al nuestro sólo en apariencia. Los habitantes de este extraño lugar son aves antropomórficas que harán de la estancia de nuestros personajes algo memorable y terrorífico, pues estos hombres-ave presentan un comportamiento semejante al de nosotros los humanos, y es bien sabido que el hombre nunca ha sido muy amable con aquello que desconoce.
“En memoria de Paulina” (1949)
Otra historia de amor fantástico. Una de las mejores y más tristes creadas por Bioy. En este relato un tanto cruel si se lee estando enamorado, se cuenta la historia de una pareja que lleva varios años de relación. A raíz de que el narrador introduce al personaje de Montero (el tercero en discordia), la historia adquiere una pesadez indescriptible: el amor de Paulina por el narrador decae en pos de Montero, de quien se enamora en una fiesta celebrada por el propio narrador.
Debido a este suceso, el narrador se va a otro país (de nuevo el viaje de evasión, tópico presente en la obra de Bioy) para continuar con sus estudios, pero en ningún momento deja de pensar en Paulina, a quien incluso estaba dispuesto a desposar.
A través de una prosa exquisita, Bioy entrelaza la historia de un amor que permanece más allá de la muerte y un desdoblamiento temporal que deja frío al lector cuando cae en cuenta de que Paulina no es en realidad lo que aparenta ser y que Montero es uno de los personajes más fríos de las historias de Bioy. Un texto imprescindible, exquisito y sustancioso, que, a pesar de su lenguaje imbricado y su anécdota compleja, permite que el lector se ufane de leerlo de un tirón, pues es tan regular que atrapa por completo.
“Cavar un foso” (1962)
La historia de una relación tóxica cercana a Bonnie & Clyde, en la que la mujer manipula al hombre, sirve de pretexto para encubrir la historia de un crimen. El joven matrimonio de Arévalo y Julia pasa por una crisis de pareja que los lleva a cometer las más grandes atrocidades con tal de “revivir la llama de la pasión”, sin importar el camino que deban tomar para lograr su cometido.
Este relato muestra la idea de que el crimen perfecto no existe y que la paranoia y los celos son un camino vertiginoso que conduce al humano a cometer grandes errores sólo para salvar una relación que ya está dando sus últimos estertores. Imprescindible. Este cuento está incluido en la antología El lado de la sombra.
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Como hemos visto, la obra de Bioy Casares es muy vasta, pues está compuesta por ocho novelas, nueve libros de relatos y un sinfín de antologías en colaboración con Silvina Ocampo y Jorge Luis Borges.
No he querido incluir ningún relato escrito en colaboración con Borges (Nuevos cuentos de Bustos Domecq), pues el tipo de narración es un tanto lejana a la que se puede apreciar en su prosa en solitario.
Así, pues, a dieciocho años de la partida de Adolfo Bioy Casares, es necesario prestar atención a su obra y no quedarse con la idea de que sólo fue “el amigo de Borges”, sino que este autor fue gran hombre con obsesiones muy particulares y con textos tan increíbles como sorprendentes.
Es importante revalorar la imagen de Bioy Casares como uno de los más grandes autores que ha dado la literatura argentina y, además, no quedarnos sólo con La invención de Morel, su obra más conocida pues, como hemos visto, tiene mucha tela de dónde cortar. Estos son sólo seis cuentos para iniciar con la obra de Bioy, y sé que tomar seis cuentos y exponerlos de una manera tan escueta no basta para acercar al lector curioso, sino que hay que profundizar en el tema.
Para concluir sólo pido que, si alguien que está leyendo este pequeño artículo-homenaje conoce a los editores de sus obras, les pida, por favor, que editen sus Cuentos Completos, porque ya va siendo hora de que acerquemos a los jóvenes de las nuevas generaciones (y reconciliemos a los de las viejas) con este gran autor que es, además, imprescindible.
Toriz, 2017.
Autor: Marco Antonio Toriz Sosa. Estudiante de Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Escribe cuento, poesía y, a veces, crónica y ensayo. Sus cuentos y poemas han aparecido en las revistas Primera Página, Cuadrivio, Punto de Partida UNAM, Círculo de Poesía, entre otros.