Me senté a retomar mi lectura de El estudio de la literatura fantástica en el Caribe hispanohablante, de Josué Tañada. Reabrí el apartado sobre el estudio de Viaje a la semilla de Alejo Carpentier en donde marcaba mi servilleta y reanudé la lectura. Mientras mi mirada recorría las aseveraciones del autor sobre el cuento, me percaté de que no sólo me resultaba extrañamente familiar lo que leía, sino que podía predecir lo que seguía en el texto. “Debí colocar mal la servilleta”, pensé al principio, pero mientras más me acercaba al final, más fácil era para mí saber lo que seguiría en el texto, al punto de poder situarlo casi de manera íntegra, palabra por palabra, dentro de éste. Cuando di vuelta a la última página del capítulo, sentí que había sido una lectura redundante: parecía que había leído algo que yo mismo concebí.