Verde es el color de la pasión que inunda desde tus ojos el paisaje primaveral. La helada calma se derrite sobre las raíces que sueltan sus aromas de piedra y sangre. Durante la gran mañana traída del cielo por las aves, la tierra se vela por el calor de girasoles, rubores jóvenes y pétalos vanidosos. Iris cristalinos, besados por la luz que ha llegado para quedarse, riegan sobre la tierra poesía lozana, alimento de las abejas. Por fin la respuesta al rezo de un hombre en forma de amante suena en el valle, un dios eterno de todo lo natural mira en ti un reflejo de su amor eterno. Reposa el sol sobre la tierra. El erotismo de los tulipanes al nacer se perpetúa en la reunión de lo que debe estar junto. Dafnis se ha reencontrado con Cloe.
Maurice Ravel, nacido el 7 de Marzo de 1875, creció en Francia como el primer hijo de un matrimonio feliz. Su padre, altamente educado, dedicó tiempo a la formación de sus dos hijos enseñándoles de ciencia y cultura, de donde nació el primer gusto de Maurice por la música. Desde sus primeros años de estudiante demostró un entendimiento intuitivo del lenguaje musical, ingresando a sus 14 años al conservatorio de París; primero como pianista y después como compositor bajo la tutela de Gabriel Fauré. Su personalidad altamente individualista le causó dos expulsiones, lo que lo atrajo hacia otros artistas renegados que formaban parte de un grupo difuso conocido como Los apaches. Entre ellos llegaron a participar compositores como Ígor Stravinsky, Claude Debussy, y Erik Satie, quieres fueron un fuerte estimulante para Ravel, quien escribió varias de sus obras más reconocidas en la primera década del siglo XX.