Qué pesado el otoño,
con sus vientos que congelan gestos y corazones,
y sus sabores castaños,
en donde siempre caben bien tus besos.
Con sábados de pijamas
y recalentados infinitos de café.
Con fiestas para celebrar muertos
y cosas que nos dan miedo, —o por lo menos a mí—.