«El silencio es el ruido más fuerte, quizá el más fuerte de todos los ruidos».
Miles Davis
Vivir el día a día dentro del mundo actual implica una constante exposición a un sinnúmero de estímulos auditivos. El bullicio de la gente caminando por las calles, el ruido de máquinas, automóviles y camiones, la perpetua necesidad de llenar cualquier espacio con música, además del exceso de contenido audiovisual al que estamos acostumbrados gracias a los medios digitales, han hecho que los silencios dentro de nuestra cotidianidad hayan ido paulatinamente desapareciendo.
Esta consecuencia de la vida moderna, que en primera instancia podría parecer inofensiva, tiene una especial complejidad para un pequeño grupo de personas que poseen una habilidad un tanto fuera de lo común.
Imagine que cuando escucha un sonido, desde la voz de un amigo hasta el ruido de un motor arrancando, se aparece en su cabeza como una palabra escrita en el aire. Las vibraciones han dejado de ser una simple sensación en el oído, ahora cada sonido adopta una posición de significado dentro de su memoria. Todos los sonidos, el ladrar de un perro, el traqueteo del tren, las percusiones de un artista callejero, las alarmas de los carros, el estrépito de un taladro neumático: hasta el más pequeño ruido es una palabra que se dibuja en lo más profundo de su mente. Ahora cada sonido es inmediatamente identificado, almacenado y repetido una y otra vez dentro de su cabeza.
De esta forma es como se percibe el mundo a través de un oído absoluto.