Ilustración de Sofía Probert
LAs sandías se acomodan solas en el carro
Dicho de mi abuela
En tiempos de confinamiento, la siempre presente relatividad del todo se nos ha manifestado explícitamente. Lo que antes se daba por hecho, ahora se reconoce y lo que nos fue tedioso es hoy estimulante. Pasear al perro, hacer la compra e incluso tomar un baño, son actividades que hemos resignificado a partir de las nuevas condiciones ante las cuales nos encontramos. Pareciera incluso que el tiempo se mueve de otra forma, no sé más rápido o más lento, pero es diferente. Los días de la semana, para muchos de nosotros, han quedado difuminados en lo que parece un eterno domingo de trabajo en casa. Y es que, en tiempos de confinamiento, nuestra experiencia del mundo ha cambiado: lo sensible se ha redistribuido. Estamos expuestos a menos, pero quizá prestamos mayor atención.