Quizás uno de los límites más claros que tiene la narrativa frente al cine es el del uso de la música. No me refiero a la musicalidad que pueden dar las palabras, sino a la experiencia musical que es devenir puro al igual que la imagen en movimiento. No es casualidad que el éxito de la cinematografía también se deba a la incorporación de dispositivos emocionales a través de la música en el cine mudo de principios del siglo XX. Imagen en movimiento y sonido van acordes con su carácter de arte temporal.