Un famoso crítico de cine dijo alguna vez —yo lo escuché— que en la crítica hay dos lugares comunes: primero, la banalidad del mal, lo que asentí; después, la alienación del hombre moderno. Allí no asentí tanto. Pensé en cuántas películas de hecho hablan sobre la alienación del hombre moderno. No atribuyo la recurrencia temática a cierta escaza imaginación en los realizadores ni en la crítica. Por el contrario, sospecho que responde a algo más, digámoslo así, que los sueños del hombre moderno beben de la alienación y de ellos bebe a su vez el arte. También el cine.