Por Adán Medellín Crecí en un departamento rodeado de libros. Mi madre me contaba que, de pequeño, yo tenía la costumbre de rayarlos para imitar los subrayados que ella hacía en su ejemplar de la […]
Etiqueta: Génesis literaria
“Y en un principio, había escritura”
Por José Mariano Leyva Un recuerdo que, años atrás, solía regresar a mi cabeza en repetidas ocasiones, y que me molestaba como zumbido de mosquito, era el siguiente: estaba en la casa de mi infancia, […]
El cuarto milagro de la niña de los alfileres
Texto por Julián Mitre
Uno de mis libros más queridos es Larvas, de Alfonso Suárez Romero. Su historia me encanta a pesar de que, como novela, acredita varias fallas. Mucho del cariño que le tengo es, porque hasta antes de mi encuentro con Larvas, nunca me había planteado el hecho de que mis textos pudieran ser leídos por otro. Alguien además de mí.
La voz de un Digimon
Texto de Martín García López y pintura de Mauricio García Vega
Todo inició con el memorable capítulo 21 de Digimon: “Koromon llega a Tokio”. Ese es un quiebre en la serie, no sólo porque Tai, el protagonista, regresa a su hogar, sino por la dirección. Mamoru Hosoda, quien años después haría películas tan emblemáticas como Summer Wars y The Wolf Children, se propuso en ese pequeño escenario, dentro de un hogar japonés, retratar a un niño de once años que volvía con su hermana seudo-autista. El capítulo concluye cuando el cielo absorbe a Agumon, y Tai, que está dispuesto a seguirlo, es detenido por su hermana. La elección: seguir a su monstruo digital o cuidar de su hermana. Ese también es el quiebre de mi niñez. Si bien siempre he presumido haber llorado más que ningún otro niño con la muerte de Mufasa, y que esa primera ida al cine me volvió un cinéfilo a los cuatro años, supe que tenía que crear historias en el momento en que concluyó Digimon y sonó I wish. La razón: quería contar grandes historias, tan mágicas y profundas como ese capítulo 21; es decir, quería tener mi propio cúmulo de capítulos 21.
Ese demonio llamado escritura
Se empieza a escribir por muchas razones. Quizás, la principal, es el deseo de perdurar. Escribir literatura te vincula con la preservación de la memoria. Por esta razón, los motivos para escribir de alguien que pertenece al siglo XXI no son muy diferentes a los de aquellos que iniciaron la escritura. A pesar de los avances tecnológicos de la actualidad, seguimos siendo seres finitos, partes de un engranaje generacional que aún no termina. La necesidad de afirmarnos, decir que existimos, que no somos un sueño, hace que algunos busquemos en la escritura la manera de dejar una huella para que otros tropiecen con nosotros y nos escuchen a pesar del tiempo transcurrido.
Falsa confesión de un pepenador de palabrería
Presentamos un texto del escritor regiomontano Daniel Salinas Basave, único mexicano, además de Juan Villoro, que ha sido finalista del Premio Internacional de Cuento Hispanoamericano «Gabriel García Márquez».
Apuesta y aburrimiento
Alejandro Vázquez Ortíz Creo que soy parte de la última generación de la humanidad que conoció el aburrimiento. Que llegó a experimentar, en la adolescencia, grandes periodos de vacío y ocio desocupado. Crecí antes de […]