En 2013, algunas calles de la capital mexicana fueron portadoras de un mensaje escalofriante. Con la tipografía y el diseño propio del gobierno federal, se leía: “Tu país está en guerra con sus mujeres”. Las calcomanías, realizadas por la artista y activista mexicana Lorena Wolffer, fungieron como un recordatorio de la permisión y colaboración de las autoridades en la permanente situación de violencia que azota al país. Con lo que parecía un cruel y desvergonzado reconocimiento de la irresponsabilidad del gobierno, la leyenda de Wolffer materializó un malestar generalizado: la legitimación misma del feminicidio por parte del Estado mexicano.
Ese mismo año, se publicó por segunda ocasión el artículo en el que la antropóloga Rita Segato trazó la que hasta ahora se erige como la hipótesis más viable para la surreal escena de violencia que se vive en Ciudad Juárez desde finales del siglo pasado. Este texto nace precisamente de las reflexiones que despertó en mí la lectura de “La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez: territorio, soberanía y crímenes de segundo estado”, así como de los diálogos entre la obra de Wolffer y el análisis crítico de Segato.