La herencia más valiosa que me dejó mi abuela es la manera de conocer el mundo.
Ella llegó a la Argentina entre millones de inmigrantes que escapaban de la guerra y el hambre. La familia fue a vivir en el campo, en una de tantas colonias agrícolas.
La herencia más valiosa que me dejó mi abuela es la manera de conocer el mundo.
Ella llegó a la Argentina entre millones de inmigrantes que escapaban de la guerra y el hambre. La familia fue a vivir en el campo, en una de tantas colonias agrícolas.
La cosa es que me aburre narrar algo así, secamente. Decir «el hombre estaba ordenando las valijas en el baúl del auto para irse de vacaciones con su familia y estaba muy nervioso». Me gustaría un poco de rigor literario, de academicismo, y algo que conecte este acto vulgar de una mañana de enero con la historia de la cultura o de la humanidad. Creo que eso sí sería interesante y no tanto lo que pasa en mi vida personal. A veces un nombre alcanza. Decir Homero o Aquiles trae reminiscencias que no podrías obviar. Tal vez si este hombre fuera Aquiles…