Ilustración de Ylia Bravo Varela
En los pocos momentos de tregua que nos brindó esta infinita pandemia, descubrí un método infalible para socializar en reuniones: hablar sobre mis enfermedades, dolores, condiciones corporales y experiencias médicas. Si tienes más de veinticinco años, sufres de ansiedad pospandemia y ya no quieres hacer small talk, pruébalo: introduce de forma casual en la conversación algún padecimiento que te aceche en ese presente o del pasado reciente. Por cada una de ellas habrá alguien que empatice o tenga un pesar parecido; también puede que no sepa lo que es pasar por algo así, pero conoce a alguien que sí. Las probabilidades son altas. No sólo generará lazos más interesantes que los que se darían por hablar con alguien de la vida de conocidos en común o el tema del momento, sino que habrá un beneficio para ambas partes: intercambio de vivencias con especialistas. Porque sí, a los veinticinco queda atrás el pasado infantil de intercambiar estampas del álbum del mundial o de la nueva película de Harry Potter.