Últimamente he pensado mucho en mi cuerpo: cómo la imagen que tienen los demás sobre él repercute en mi percepción. Considero que los ideales de belleza hegemónica basados en la blanquitud y el imperialismo son reforzados actualmente en gran medida por la idea del espectáculo. Como si fuera un envase más, lo que importa en los cuerpos es la manera como se muestran; deben ser atractivos para que inviten a ser consumidos. Así, se convierten en una mercancía más. Pero la belleza externa que se puede aparentar no necesariamente refleja un estado de bienestar.