¿De qué se requiere para que un individuo caiga en lo más profundo de la desesperación? Es un tópico que muchos cineastas han tocado, y Gaspar Noé no es la excepción. El cineasta se apropia de nuestra mirada, la distorsiona a su más sombrío estilo, altamente sugestivo, y nos arrastra por las víseras de una pequeña comunidad de danzantes que deciden aislarse en un edificio para practicar por última vez antes de partir de gira a Nueva York.