Huyes de mí. Ocultas el rostro detrás de un libro para que no te encuentre. Te zafas de mis manos, de mi tiempo. Finges que no me ves y escapas apresurando el paso, dejando detrás de ti migajas que relucen a la luz de la luna. Yo las considero piedras preciosas y las recolecto cuando nadie me ve.
