*
La flor derrama sus gotas de rocío. Luto en el jardín.Categoría: Creación literaria
Creación literaria. Narrativa, poesía, minificción y otros híbridos.
La bandada – Cuento de Guido Schiappacasse
El despertador no cacareó a las seis de la mañana como lo hacía desde hace cuarenta y cinco años. En la noche anterior se me había olvidado conectarlo. ¿Para qué?, si ya estoy jubilado. Sin embargo, me desperté a esa hora, quizá por costumbre, luego me levanté pese a un dolor en las rodillas que no me soltaba desde hace un tiempo y fui al baño; sólo para verme al espejo mucho más arrugado y canoso de lo que mis sesenta y cinco años debiesen representar.
Sin título no. 18 – Poemas de Enrique Arias Beaskoetxea
Me he buscado en la luz, en el mar, en el viento.
Sophia de Mello Breyner Andresen
Hermosa era aquella llama, breve
Luis Cernuda
como todo lo hermoso: luz y ocaso.
Vivir distinto no es vivir en lugares distantes,
Stephen Spender
sino crear en la mente un mapa
crear en la mente un desierto
una montaña aislada o un sanatorio más acogedor.
Poema no. 1
En la tarde tibia
la gente pasea rutinaria
su apatía semanal.
Me quedo en casa
apegado al miedo.
Oda a Alberto Gerchunoff – Poema de Pilar Llada Cienfuegos
Un judío asquenazí con alma sefardí
Este judío argentino,
este judío español,
este juglar sefardí,
discípulo de Sem Tob
y hermano de don Quijote.
La forma del viento (selección) – Poemas de Patricia Iniesto
Estos poemas pertenecen a La forma del viento (Premio Internacional Covibar Ciudad de Rivas, 2022), publicado por Ediciones Vitruvio.
Hoy
estallan
como un sueño de arena
luciérnagas bajo mis párpados
y su sombra amarilla arranca
jirones
de luz
cuando se arrastra hasta los acantilados
líquidos de tus huesos.
También es mortal cada uno de los fonemas
de un nombre
que ya solo se completa a través de la
ausencia.
LSD – Poema de José Aldair Prado Zacarías
Soñé que no soñaba
y que todo era, entonces, sueño.
Pisaba las lunas y me las calzaba,
mis ojos ALEPH
se proyectan en nada
después de recorrerlo todo.
Cosmogonía de la luz y del invierno (selección) – Poemas de Patricia Iniesto
Estos poemas forman parte de Cosmogonía de la luz y del invierno (2021), galardonado con el XIII Premio Internacional de poesía La Nunca de Ediciones Oblicuas.
Tropezar en la misma piedra
Busqué la misma piedra,
la dimensión y la ubicación exacta,
el filo de la arista que aún conserva
un dolor de herida añeja o el placer
del tropiezo conocido.
El recuerdo desatiende los caminos
de esquirla y barro, los ángulos que
sobreviven a la textura afónica
de la tormenta atravesada en la garganta.
En la desolación de la raíz habita,
como un fantasma, la perseverancia insomne
de la memoria.
La venganza de Sodoma – Microrrelato de Roberto Garcés Marrero
Había sido una noche bastante común. Como en todas las discotecas gays hubo varios espectáculos de dragas y bailaron los gogós. Algunos hombres musculosos mostraron sus enormes penes en el escenario. Por supuesto, había sonado música de Cher, Madonna, Rosalía y mucho reguetón. Unos muchachos se besaban, otros miraban con ojos de rapiña a su alrededor, varias parejas discutían por celos. Una luz fucsia caía sobre todos como un caricia de satín.
Lo que pasa en Las Vegas – Cuento de Génesis García
“Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas”, reza el viejo adagio. Así lo establecieron los dioses de los shoshones, antiguos habitantes de esas tierras, que delimitaron un cerco sagrado para que todo lo malo quedara encerrado dentro y no pudiera lastimar al pueblo. Funcionó, por muchos años. Los nativos acudían al cerco sagrado una vez al año para dejar ir todo mal pensamiento y toda mala intención, vaciándose de pecados y malas energías para poder continuar con sus vidas tranquilos y felices. Cuando el hombre blanco arribó y tomó posesión de las tierras ancestrales, también se vio beneficiado del cerco. Todo lo que hacían quedaba encerrado en las tierras shoshones y sus más oscuros secretos permanecían ahí, ocultos para siempre.
Entelequia – Cuento de Pilar Llada Cienfuegos
Por alguna razón, que aún desconozco, el instinto me llevaba al mismo lugar y a la misma hora en donde dos viejos conocidos, aún sin haber sido nunca presentados, se daban cita sin fijar en un bohemio café de tabiques rojos y apliques horteras. Yo solía pasar las tardes sin itinerario definido, azotando las calles como un vagabundo que se arrastraba por las esencias místicas de las arterias más solitarias. Andaba a gatas o en cuclillas, otras a la pata coja, según me cogiera ese día de whisky el cuerpo. Mi intención me doblegaba y tiraba de mí como de un perro, sin oponer yo la menor resistencia. Así, había acabado tirado en más de una ocasión en el banco de un parque solitario y sombrío, a la espera de un alma caritativa que me sacudiera con fuerza y me devolviera a la realidad.