La música es, por su propia naturaleza, esencialmente incapaz de expresar nada, sea esto un sentimiento, una actitud mental, un estado anímico o un fenómeno de la naturaleza.
Igor Stravinsky
- Hablar de música es blasfemia desde el inicio. Se trata de romper silencio sacro pero, al mismo tiempo, ¿qué se podría decir de nosotrxs y nuestras herramientas (en especial la capacidad y efecto comunicativo del lenguaje) en relación a la música si de entrada tuviéramos que conformarnos con perpetuamente no poder decir nada claro sobre ella? En general: ¿qué tipo de pensamiento es aquél que sólo sabe que no sabe o no puede pensar ni enunciar sobre aquello que se le plantea? De seguro no hay nada de lo que no se pueda hablar, o más bien: debe de haber una mejor manera de hablar sobre lo que no se puede hablar, así como sobre lo que no se debe hablar.
- No se puede ni debe hablar de nada sin estar con ello y en ello. No hay lugar en nuestras vidas, arte ni pensamiento para el frío análisis a la distancia, ni para la proliferación de la crítica y refutación sobre nuestro ser y existencias; mucho menos cuando se habla de lo sensible y lo sensual. Son las palabras un incómodo aderezo al placer actual del arte, así como el exceso de razón le es un obstáculo al sentir. ¿Qué hacer con este secreto cuando de hablar de ella se trata? ¿Cómo proteger la sensible gracia de la actividad y convivencia musicales sin incidir en excesivo ruido e infertilidad? Me queda claro que, mientras más se convive con ella, mientras más se le aprehende como una fuerza en el mundo, más empiezan a sobrar las palabras y lo mejor que se puede hacer es callar.
- Toda escritura sobre la música le es secundaria, ya sea en investigación, en teoría, en crítica, incluso en poesía. Es importante tener esto en mente, acercarse con respeto, no pretender tomar nada de ella que no entregue con el tiempo, la práctica, la constancia.
- La música ni describe ni escribe ni actúa ni representa ni esculpe, ella es tanto el acontecer de un efecto como el efecto de un acontecer, tomamos prestados términos de otras disciplinas artísticas porque sus estancias y manifestaciones en espacio y tiempo son más digeribles para el intelecto que aquellas producidas por la música, tan efímera como ella es.
- Al final, es mejor bailar que hablar sobre música.
- La verdad es que la música y su creación son dos eventos altamente superficiales, les es inherente cierta estupidez, cierta tontería. Cuando se pierde alguna de las dos, algo de vital importancia muere, un ángel pierde sus alas.
- Se entiende más de música a través de los peinados que han construido su historia que a través de su historia o teoría.
- Vivimos en un mundo pornográfico donde la misma música es empujada a una cruda disección y exposición que terminan por volverla un objeto frío. Conocemos demasiado sobre fines y propósitos para nuestro propio bien e incluso, dentro de nuestros afanes culturales y estudiosos, sólo logramos entender lo que es una rana sólo después de haberla diseccionado.
- Nos prohibimos demasiado capricho, gracia y humor, nos alejamos de desentendernos de nuestra cotidiana, extrema y calculada seriedad, nos prohibimos tratar las cosas como lo que son: un poco tontas y un tanto chistosas. Cuando de música se trata, es mejor acercársele como si de bombones de diferentes sabores y colores recostados y acolchonados dentro de una caja se tratase; se dejan a medio morder unos, se abusa de los que gustan más, se abandonan los que no causan placer.
- Los gatos no son para todxs: a quien le resulte de mal gusto el capricho e inocente desentenderse de las cosas por parte de los artistas, se retirará a disertar sobre los malos modales e ignorancia de los mismos, intentando vaciar al arte de su sensibilidad para plagarlo de categorías y teorías y críticas que al final, música y arte no producen.
- Soy de la idea de que nada se puede forzar, pero ello es demasiado romántico, demasiado idealista. La verdad es que sí puedes forzar las cosas; interpretaciones, teoría, disertaciones, incluso crear, todo ello puede ser forzado, incluso si el resultado será fatal para alma y cuerpo. Se tiene que actuar con sobriedad ante este hecho, desarrollar intuición a través de escucharse: “Hoy no voy a hacer arte ¿y qué?”.
- Nos enfrentamos a dos cosas en especial infértiles y aburridas. Primero, a infinitas disertaciones, estudios, críticas y ensayos sobre música expuestos y compuestos de una forma obtusa y altanera diseñados para ganar premios y certámenes que al final siempre refieren de forma hipercomplicada a cosas que la gente “no estudiada” ya entiende y sabe. Aquí, las aguas son intencionalmente enlodadas para alejar a las masas, esas ineducadas masas que no quieren teorizar arte, quieren tocarlo, quieren hacerlo, quieren vivirlo, quieren desarrollarlo y sentirlo. Segundo, como consecuencia de esta hipertrofia intelectual recibimos a cambio un avant-garde aburrido, predecible, gastado demasiado serio para su propio bien. ¡Qué impasse! Se encuentra más avant y más garde en una función de circo, en las calles, donde la gente vive y piensa y siente y respira.
- La risa y el llanto son las dos fuentes de música más comúnmente abundantes en nuestro día a día, ambas llevan a aquello que el amor como una todo permeante fuerza cósmica es, aquí expresado sensiblemente.
- Si no está divertido, no lo hagas.