Era una noche glaciar en Santa Margarita, de ésas en las que no pasa nada digno de ser recordado salvo que de la nada un fulano llegue corriendo al supermercado, y que justo cuando va a pasar la puerta alguien se atraviese para impedírselo y le brame:
—Quieto. No se mueva.
Y nada habría sido digno de ser recordado si no hubiera sucedido lo que sucedió: los que salían del supermercado frenaron en seco; los cajeros dejaron de facturar los productos; el raterito del barrio soltó los desodorantes que había guardado en la chaqueta; el colibrí detuvo sus alas, y todos se quedaron mirando al fulano, que seguía quieto, ausente, como si no fuera la suya esa frente contra la que el que se le atravesó, un tal Pavajeau según decía el parque de su chaqueta azul, ahora apuntaba una pistola.
El disparo sonó como un bip y salpicó el letrero de la puerta que decía «Protocolos de bioseguridad. No pasar sin control de temperatura».
—37,9; puede seguir —le dijo Pavajeau.
Y todo retornó a su covidianidad.
Autor: Baltasar Botavara (Bogotá, Colombia. 1987). Economista y escritor. Sus relatos se han publicado en revistas literarias de México, Argentina y España.