Pedir lo imposible: Utopías desde las artes y el diseño

Cuando pedimos lo imposible sacrificamos provisionalmente lo factible para hallar en la utopía y en la incertidumbre una nueva forma de pensar y vivir la realidad.

Pierre Valls (Director de la 2da Bienal de Artes y Diseño UNAM 2020)

El término “bienal”, que significa literalmente “dos años”, es utilizado comúnmente en el mundo del arte para referirse a grandes eventos internacionales en los que se muestran las más avanzadas e innovadoras producciones artísticas contemporáneas. Sobra decir, entonces, que estos eventos suelen estar permeados por una serie de intereses tanto económicos como políticos, así como de todo un complejo entramado de relaciones de poder que dirigen los discursos entorno al arte en la actualidad. Por otro lado, cada vez con mayor proliferación, esferas culturales alternas se han apropiado del concepto “bienal, con la intención de visibilizar otras producciones que han sido prácticamente ajenas al circuito hegemónico del arte. Estas «otras bienales» aparecen como espacios de interrogación crítica del sistema cultural actual y exploran las potencialidades y posibilidades que estos encuentros pueden generar en los contextos específicos en los que se realizan.

En este sentido, el miércoles 18 de septiembre del 2019, la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM (FAD) publicó una convocatoria dirigida a proyectos conformados por profesores y particularmente alumnos de universidades públicas de la Ciudad de México, para participar en la segunda Bienal Universitaria de Artes y Diseño de la UNAM (2020). Dentro de los objetivos de la convocatoria, se encontraba la búsqueda de proyectos de investigación en desarrollo, que se vincularan, o bien pudieran vincularse, con otras prácticas sociales y culturales, así como con los saberes habituales y tradicionales del país. La convocatoria manifestaba el propósito de generar un encuentro de múltiples voces y de horizontalidad práctica y epistémica. De manera que, el viernes 25 de octubre, diez proyectos fueron seleccionados y después de más de tres meses de trabajo, el 8 de febrero de este año, se inauguró la bienal en el Museo Universitario de Ciencias y Arte (MUCA-Campus), bajo el nombre: Pedir lo imposible. 

A primera vista, considero que la exposición podría catalogarse de inusual: hay gente sentada en tablas de madera que se unen formando un enorme columpio que cuelga del techo; gente agachada sobre una manta y acercando el oído a estructuras de barro quemado; gente sin zapatos. Además, un gran cúmulo de tierra forma un medio círculo. Las paredes están vacías. Las piezas, frutos de cada uno de los diez proyectos seleccionados, se distribuyen como estaciones en el espacio. Aparecen objetos ajenos al ámbito museístico, tanto en esencia como en materialidad, por ejemplo mesas, sillas, bancas, tapetes, un torno, varios papeles, muchos plumones y colores, tubos, un portafolio, una mochila, una maleta, una gran pizarra con un crucigrama resuelto a medias, entre otros objetos. En mi caso, bastó con esta primera impresión para entender que Pedir lo imposible es resultado de formas de trabajo inusitadas que se han apoderado del espacio expositivo y, por lo tanto, exige cosas aparentemente desconocidas de nosotros como espectadores. 

Timosanilwiah / Nosotros conversamos
Instalación con piezas de barro quemado, tabletas y bocinas portátiles. Medidas variables
Ciudad de México 2020
de: https://bienal.unam.mx/exposicion/

Cada uno de los proyectos, a su muy particular modo (o modos), cuestiona el quehacer académico universitario y se pregunta cómo puede revertirse a sí mismo. Se exploran, por ejemplo, diferentes formas de vinculación de las comunidades implicadas con los trabajos de investigación realizados. Se hacen visibles los diferentes procesos que cada proyecto ha implicado y que siguen tanto en construcción como en experimentación activa. También, los temas tratados en cada propuesta giran, de maneras a veces literales y en otros casos con un carácter más encriptado, alrededor de problemáticas que atraviesan a la ciudad y al país, desde perspectivas inaplazables como la ecología o los feminismos. Si ésta no es la labor de la investigación dentro de las universidades, ¿entonces cuál?

La bienal es una especie de laboratorio cultural en búsqueda de generar nuevos conocimientos y enriquecer a los ya existentes. Las propuestas, aunque claras, no buscan ser definitivas, más bien ofrecen e invitan a seguirse desarrollando.

Desde otro ángulo, Pedir lo imposible es también similar a un terreno de juego. En el lado derecho de la sala, una de las propuestas te invita hacer tu propio zine tan colorido como se te antoje, con la intención de construir, desde la edición gráfica en su manera más simple, una comunidad de narrativas individuales. Como parte de otro de los proyectos, puedes experimentar, sin zapatos, una búsqueda sensorial y corporal, más allá de la visión, tomando conciencia acerca de las discapacidades visuales. Puedes jugar al viajero investigador con materiales dentro de la maleta y la mochila, además de tomar notas en las libretas (que hasta donde pude ver seguían en blanco). También, puedes tomarte tu tiempo y sentarte a explorar posibles escenarios futuros con un material didáctico (que personalmente me resultó complicadísimo de entender). Además, desde la inauguración, cada semana se han realizado diversas actividades que buscan construir puentes entre los proyectos y los espectadores, de manera que éstos segundos devienen participantes.

Mediar lo imposible: habitar lo desconocido
Instalación compuesta por superficie hexagonal, mochila, portafolio, maleta. Medidas variables
Ciudad de México 2020
de: https://bienal.unam.mx/exposicion/

La Bienal de Artes y Diseño UNAM 2020 aparece entonces como un escáner de problemáticas y cuestiones específicas de las periferias mexicanas, así como de sus posibilidades de transformación. De manera más amplia, se pregunta por los papeles que juegan instancias como las universidades públicas, la academia en general, el arte, el diseño y el museo, a la hora de producir conocimiento, las cuales están inscritas en la misma realidad contemporánea que se resiste a la utopía.  Pedir lo imposible es imaginar y representar otros mundos, es generar espacios alternativos desde las esferas culturales. Lo inasequible es el abrir lugares a subjetividades otras, que habitan lugares otros y perciben cosas otras. Lo ficticio es la reapropiación de conceptos tales como el de «bienal» e incluso el de «museo». Pedir lo imposible es un intento de materializar estas ilusiones, consciente de que mantienen su carácter utópico, pero aun así intentándolo.