La pornografía social de «Chicuarotes»

En el estreno de Los olvidados en el Festival de Cannes en 1951, Octavio Paz se colocó fuera de la sala para repartir en una hoja el fragmento de un texto que él mismo escribió con motivo del estreno de la película en México. El escritor afirmó:

Pero Los olvidados es algo más que un filme realista. El sueño, el deseo, el horror, el delirio, el azar, la porción nocturna de la vida, también tienen su parte. Y el peso de la realidad que nos muestra es de tal modo atroz, que acaba por parecernos imposible, insoportable. Y así es: la realidad es insoportable; y por eso, porque no la soporta, el hombre mata y muere, ama y crea.

Seguramente, el actor y director Gael García Bernal está muy orgulloso porque su película Chicuarotes fue proyectada de manera especial en el Festival de Cannes 2019, y más aún porque hubo una ovación de pie dentro de la sala. Sin embargo, y aunque no le resto mérito por ser una película que está muy bien hecha, dirigida y fotografiada, no pienso que sea para que el público mexicano la disfrute completamente.

La realidad duele. Eso es, sin lugar a dudas, una verdad insuperable e ineludible; por eso, en México tienen tanto éxito las comedias de situación donde los personajes son de un estrato social no identificable, pero sí aspiracional para el espectador. La comedia es una herramienta para tratar temas difíciles, tabúes y complicados para una sociedad, pero el cine mexicano, en cuanto a calidad de presentación, no ha sido muy bueno en términos generales.

Aplaudo que el director y escritor haya explotado una temática que desde Buñuel con Los olvidados no se había tratado con dignidad, y mucho menos para ser considerada por un Festival Internacional de alto nivel. Eso es para destacarse. Lo que salta a mi vista es que pareciera que Chicuarotes se inserta en esos temas que tuvieron un auge importante dentro de la cinematografía mexicana hace algunos años. Películas como De la calle, Ciudades oscuras y Amores perros son un claro ejemplo de la sociedad que somos y mostramos al mundo; de hecho, ya empezaban a caer en los clichés con Amar te duele y la polarización de dos personas de diferentes estratos sociales que se enamoran. Nos tardamos en salir de estas temáticas que mostraban una ciudad sórdida y gris. En la actualidad el cine nacional se encuentra en una burbuja donde no pasa nada. Estamos justo en el otro extremo, pero creo que ese nos gusta más (me incluyo en la bola).

El trabajo de Gael es destacable, pero no fue realizado para que los mexicanos nos diéramos cuenta de nuestra realidad (que también está mal retratada y comprendida), sino que fue hecha para que la crítica internacional la volteara a ver por impresionante, apabullante, con una escala de grises a negros que espanta, un hoyo en el que según Gael García Bernal, vivimos.

La realidad del mexicano es mucho más cruda que eso: lo que pasa en México hoy en día, si fuera retratado de manera real y verdadera, haría que cualquier director se ganara la Palma de Oro y una ovación de pie de varios minutos, pero no es así. Gael García Bernal, desde el estrato social americano en el que vive, no puede apreciar objetivamente esa realidad. Tendría que ocuparle varios años para entender el abuso familiar a ese nivel, las adicciones en un núcleo de familia deficiente y destruido, además de la pobreza en las ciudades perdidas que trató de plasmar. Me refiero a que, para los que vivimos más cercanos a esas realidades y nos rosamos con ella cada día, ese cuadro es una caricatura para impresionar a la prensa extranjera.

¿Está mal? Claro que no, pero me incómoda que su mismo director la quiera vender como una «cruda realidad social de mi país». Tomarse un mes de rodaje en un pueblo perdido de la Ciudad de México no te hace entender a una sociedad completa. Por eso, esta película para mí, aunque es diferente de lo que estamos acostumbrados a ver en el cine nacional, es más de lo mismo que habíamos visto hace unos dieciocho años; sólo que ahora que México está en la lupa de la industria cinematográfica internacional por Roma, las temáticas realistas de nuestra nación pueden tomar mayor relevancia en los Festivales del mundo.

La pornografía social de Chicuarotes demuestra varias cosas: la ganas de notoriedad del director, la incompetencia de escribir otras historias y llevar por otros géneros al cine nacional. Pero sobre todo, la pretenciosa forma de querer mostrar a un pueblo mexicano su realidad, su deterioro y su incapacidad social para cambiar su situación y, sobre eso, por esa ventana que abre a nuestro más oscuro espacio, hacerse de un nombre de director y realizador. Sin embargo, queda lejos de aquel Luis Buñuel que entendió y comprendió una sociedad mexicana. Por eso él sigue vivo en Los olvidados, película que sí le dio forma notoria a esas calles y vidas de una realidad palpable que sigue vigente, pero que también sufre más que nunca.

Luis Toriz
Autor: Luis Toriz ¿Qué es mejor, ser respetado o temido? ¿Sería mucho pedir ser ambos? Diría Tony Stark. Colaboro para el flamante Tour de Cine Francés y estoy orgulloso de estar aquí. Nunca les diré no la vayan a ver, sería atentar con su propio criterio.