La experiencia de escribir puede ser una introducción, un epílogo o una nota al pie. Qué se vivió para llegar a ese tema, qué hay detrás de los textos que leemos, dónde se encuentran las dificultades, los titubeos. El detrás de la escritura es lo que se propone, lo que se borra, lo que se conversa, lo que se edita. Ese detrás también es colectivo.
Hay un detrás, también hay un durante y un después. El arte, la escritura, finalmente es movimiento perpetuo difícil de desvanecer.
Este año comencé a escribir una columna. Le di el nombre de “Komorebi”, un término que hace referencia a la imagen formada por los rayos del sol filtrados a través de los árboles. Se trata de una imagen contundente pero que a la vez se asemeja a lo inespecífico. En esta columna coloqué escrituras inexactas, pero siempre relacionadas con las fisuras del mundo.
Komorebi es un lugar que forma parte de uno más grande.
El acto de escribir es un proceso solitario, pero el detrás de la escritura lo conforman muchas personas. Así se componen proyectos, talleres, círculos, reuniones en un café o en una cantina. El detrás también es lo consecuente: las pláticas que inevitablemente surgen, así como las preguntas, las dudas o las recomendaciones.
Los textos de “Komorebi” nacían a partir de una idea, casi siempre en contacto con la gente: algo que me dijo un profesor, una señora en el camión o las palabras de una amiga. Desde la propia inspiración siempre hay una cierta conexión con alguien más. Lo que sucede al revisar y editar textos también encarna un proceso en el que resulta difícil no aprender de quien te lee.
Escribir, pues, es un hacer colectivo. Así sucedió en Primera Página.
Cuando terminaba el primer borrador de un texto, lo enviaba a Marce para que lo leyera y me diera sus impresiones. Ella también lo hacía con los textos de “Catacresis”, su columna. También solía llevar mis primeras versiones a un taller que tenemos mis amigxs y yo. Lo que escribía, finalmente, se construía a partir de distintas voces.
El detrás de la escritura también lo conforman las historias que se comparten acerca de lo que escribimos. Por eso las conversaciones literarias siempre van más allá, siempre son un detrás más placentero.
A finales del año pasado, mi amiga Monse me pidió acompañarla a realizar una entrevista a las integrantes de Arrecife Teatro, con PP, la marioneta que la propia Monse creó. Mientras PP y Meissa se conocían, un niño se acercó a conversar con las marionetas. Yo, silenciosa, observaba la conversación. Pocas veces he presenciado una mirada tan sincera y llena de curiosidad, un diálogo tan puro y gentil, como aquella tarde.
Ese detrás de cámaras me dejó ver el trabajo y el amor que se unifican en los proyectos colectivos.
Esta entrevista fue parte de la Cartografía Cultural Emergente 2022. A mí me tocó entrevistar y escribir acerca del colectivo feminista LasTesis.
Mientras encendía mi computadora a punto de conectarme en Zoom con Paula Cometa, pensaba en los momentos en los que he presenciado la canción de “Un violador en tu camino”; sin duda, un sinfín de experiencias compartidas. Todo eso permanecía detrás de las palabras que articulaba y del sentimiento que intentaba controlar para formular mis preguntas.
Todo lo que se aloja en Primera Página pertenece a unos cuantos lugares más.
Las dificultades en el proceso de escritura siempre estarán ahí. Será necesario descansar, tomar distancia de los textos, observar, salir a caminar y siempre intentar entender un poco mejor aquello que queremos decir. Pero en el detrás de la escritura también hay amistad, cervezas, café, audios de un país a otro, conversaciones, historias, recuerdos, imágenes. Todo esto, lo colectivo, permanece.
Este texto, finalmente, también es un detrás de la escritura y un detrás de todo lo que hubo/hay en Primera Página.