Collage por I. A. Bosco
Es éste un momento único y emocionante para existir. Hemos apenas calentado motores, el siglo XXI nos está llamando. Al día en que se escribe esta nota, se respira un aire de aventura, de nuevas posibilidades, así como de expansión del horizonte humano en general. No nos pueden detener, de entre las grietas brotarán las flores.
Este mundo no está libre de peligros y el artista musical no puede ser encontrado durmiendo, ni mucho menos, como suele ser normal, limitándose a sí mismo a través de imponerse modelos y rudimentos que resultan tan arcaicos como predecibles (así como fácilmente asimilables) y, lo que es aún más, automatizables por el simple hecho de ser narrativas preestablecidas que juegan dentro de lo conocido. Con la misma irresponsabilidad se cree y predica que todo aquello que como artistas podemos lograr es del todo predecible. Este tipo de comentarios salen de las bocas de una clase muy específica de crítico todólogo intelectualoide desinformado que se felicita a sí mismo en lo redundante y fétido de sus comentarios; le da gusto que la humanidad caiga, le hace sentir menos solo, menos mediocre y menos infértil imaginar eso.
Hay demasiada gente demasiado cómoda haciendo demasiado arte que estorba. Cuando ello sucede, el arte se vuelve en un hobby, en small talk, en infográficos. La proliferación de esta paz asistida es muerte, la gente se acostumbra a arte y pensamiento pasivos en un mundo de conflictos activos.
El artista está a cargo de un secreto, el cual a su vez es perfectamente transmisible; es un secreto exterior que las almas en gozo comparten. Está aquí para ser compartido, pero al mismo tiempo requiere de paciencia, entrega y silencio, se construye en la soledad y el conflicto que el alma atraviesa día a día, del cual eventualmente emerge triunfal para habitar en el mundo.
El artista musical es una figura heroica, todo mundo quiere ser uno, todo mundo quiere ser una estrella. Concuerdo en que nada hace más sentido en esta vida que ser una estrella, que brillar en el firmamento, que reclamar aquello que siempre nos ha pertenecido: la inmortalidad. Pero ¿cuántos están dispuestos a tomar el reto? Muchos se quejarán de tener que molestarse por atravesar lo que parece en exceso pesado, aquello que aleja del flujo incesante de placer y diversión. Detrás del estudio, la disciplina, el amor por el deber, detrás del caer y caer, del sucumbir día a día y volver a nacer, se esconden las actividades y convicciones dignas de un rey.
El artista musical no debe tener miedo a mudar de piel y actuar según las exigencias de la situación en la que se encuentre. Hacer música es actuar. No debemos reparar en hurgar ahí donde nos dicen que somos demasiado superficiales, demasiado tontos para entender: podemos garantizarnos fracasar, qué más da. Debemos estudiar arte, historia, filosofía y literatura, debemos darle rienda suelta a nuestra curiosidad, no pedir permiso para interesarse en botánica o química, en matemáticas o deportes, en pulir mente y cuerpo, en explotar nuestro potencial, en crecer dentro de una combinación letal de artes y ciencia en conjunto. Nuestro mundo musical es una masa amorfa multicolor que no se mantiene quieta, en cualquier momento explotará en infinito júbilo, se alimenta de todo aquello que está en contacto con ella. Absorbe lo que le interesa y bota lo que le aburre. Dentro de nuestra labor se encuentra el reclamar todo aquello que conforma nuestra infinita humanidad, el reclamar de regreso nuestra inagotable felicidad.
Este capricho nuestro puede cumplirse gracias a un privilegio excepcional: el acceso a todo aquello que se ha escrito sobre todo lo que ha existido al alcance de nuestras manos. Adiós historicismos; todo lo que ha existido y todo lo que es es de plástico. Nos toca saquear el castillo: el rey ha muerto y sus arcas aún se desbordan en oro, pero al mismo tiempo tenemos miedo de profanar la tumba.
Estar en guerra, ser ferales, relentless, sin cuartel. Aquello que hagamos debe ser peligroso, irresponsable, totalmente intenso, indescifrable, superficial, caprichoso, delicado, estudiado, agraciado o no ser. Entre la razón y el delirio está la gracia.
Peligro no es el vicio ni la concupiscencia, peligro es extraer placer del dolor, dejar todo atrás porque no hay nada lo suficientemente valioso como para renunciar al fuego propio por una vida de pacífica mediocridad, es ella un lujo que aquellos que viven sin problema alguno se pueden garantizar. Peligro es sobriedad, se necesita total disciplina para no enloquecer. Se cree que al arte se va a darle rienda suelta a nuestros sentimientos más bajos y ruines, como si ello se tratase de un secreto divino. Es ésta parla de perros. Todo el mundo busca lucidez y energía, vitalidad y fuerza, ello sólo puede encontrarse en una vida de amor, entrega y disciplina. Y en la oscuridad, nuestros corazones brillarán…
Lo que nos espera es propulsarnos hacia las estrellas, nuestro arte y pensamiento florecen, se extienden hacia el mundo, quieren ser vistos y experimentados. Lejos están los días de la guerrilla bajo tierra, de los complots terroristas y tramas secretas. Nuestros fracasos y logros se verán a plena luz del día. ¡Hágase la luz! ¡Permitid a mis hijxs escuchar la música! ¡Removed la piedra, abran el sepulcro!