Collage por I. A. Bosco
Siempre será mejor enfrentarse a los límites de una idea, los cuales se discuten y disputan a través de la práctica social. Tener esto en mente permitirá explorar qué posibilidades artísticas y del pensar se esconden en ella, igualmente ayudará a evitar o al menos lidiar con aquella posición que implica simplemente retirarse hacia las sombras en derrota y resentimiento a tramar venganza o abandonar la labor artística; ello es una posición conservadora e inmadura, la cual el joven creador se verá tentado a tomar. Superarle es una de las tantas pruebas de fuego que hacen o deshacen al artista; del otro lado, se renace vencedor. Generada por la frustración de los límites motivados por la realidad social artística y del pensamiento, esta posición de frustración termina por reforzar aquello que se pretende destruir, en este caso, ideas que restringen el camino del arte. La razón siempre encuentra el camino, así como sabe identificar qué le estorba en el trayecto de manifestarse en pensamiento y arte. El destruir, avanzar y/o reconfigurar una idea es algo mucho más sublime que la idea de la venganza, nuestra labor artística y del pensar pertenece y se desarrolla a plena luz del día, es una labor positiva; ahí es donde nuestro acercamiento experimental a la disciplina de la creación musical vive, al ser ella una combinación de lo ideal y lo material, y de lo ideal a lo material, su fluir, manifestación y desarrollo es arte y crítica en movimiento.
Teniendo ello en cuenta, insistiría en que sí existe tal cosa como los géneros musicales, a los cuales me parece más adecuado llamar “expresiones”. Si los géneros musicales son las diferentes expresiones y formas que la música puede adoptar, ningún artista puede ser exclusivamente localizado como perteneciendo y expresando un solo género musical, sino mas bien ellos se conforman a partir de los diferentes géneros que una sola canción puede llegar a abarcar. Mi interés es molecular, estudiar de cerca qué siquiera compone la maquinaria en idea y materia de una canción. Los géneros musicales y qué puede expresarse a través de cada uno serán continuamente el territorio a explorar, cuestionar, expandir y poner a prueba cuando se trata de ideas musicales. La experimentación es nuestro método y punto de partido crítico y dinámico que puede asegurar ese constante movimiento y aprendizaje al acercarse a crear música.
Entonces, “experimental” no determina un género musical, sino una técnica nacida en concepto; es el ejecutar de una posición hacia la música que busca tanto expandir como liberar las ideas y las herramientas que la llevan a cabo, pero, más aún, continuar expandiendo qué siquiera es una idea, así como una herramienta musical. Por ende, el ser experimental es un potencial que yace esperando dentro de cualquier género musical; va de lo conceptual a lo material y de regreso constantemente.
Podría llamar experimental a aquella música, que a través de complejos y magníficos movimientos de contracción, expansión, explosión e implosión, termina por alterar la forma de su expresión, así como la idea de su confección, composición y manifestación. Aquello que se expande y determina, aquello que evoluciona es la idea de qué es y cómo podría llegar a ser la música. Este “podría” no habla de una mera intuición, sino de ese potencial de ser experimental y experimentar de y con cualquier expresión musical.
Experimental es aquello que a través del juego y la razón, o más bien del juego de la razón (¡poesía, válgame!), mantiene abierta la oportunidad al error y, por lo tanto, al progreso, sin necesariamente mantenerlo como objetivo principal. La aceptación del error y la chance, lo aparentemente aleatorio, es el reconocimiento de fuerzas que superan al individuo, fuerzas que escapan de la antropocéntrica visión del ser humano en el centro de la creación del mundo, la aceptación de su influencia logra colocarnos como un elemento más que se combina y recombina con el mundo; al pensar y al crear, no sólo es el mundo el que cambia y se crea, sino el ser humano a través, con y gracias a las herramientas que le permiten ese pensar y crear.
Por su parte, experimentar (“la experiencia de”, a su vez, “el encuentro con”, “el evento de…”) es el abrirse a la activa, productiva así como generativa destrucción necesaria que crear en sí implica; es una afirmación del arte, de la vida, de la conexión entre ambas, de cómo una refleja a la otra.
Experimentar siempre se trata de “experimentar con”: con las posibilidades del sonido, con lo que un presupuesto ajustado puede facilitar, con lo que el tiempo disponible pueda lograr, con lo que el conocimiento y habilidades adquiridas pueden alcanzar, etc. Supone ello una inversión de sí misma en sí misma, la experiencia de experimentar la experiencia, resultando en la expansión de las posibilidades del conocimiento y las herramientas al alcance.
Del otro lado del experimentar queda seguir experimentando “la experiencia de”, es su propio horizonte, alcanzar su límite deviene en continuar su incierto pero liberador camino. Precisamente, es “la experiencia de” lo que anima a los posibles elementos en juego, los cuales pueden ir desde convivir con un piano al software de grabación a de la voz humana al cuerpo como tal, así como al tiempo y espacios disponibles para crear.
Es aquí donde el arte accede a su auténtica modernidad, la cual simplemente consiste en liberar aquello que siempre estuvo presente en el arte desde el principio, pero que se ocultaba debajo de metas y objetos, incluso si estéticas, así como debajo de recodificaciones o axiomas: El proceso puro que se completa a sí mismo y que nunca termina de completarse mientras procede –el arte como experimentación.
Gilles Deleuze y Felix Guattari, Anti-Edipo: Capitalismo y Esquizofrenia, Penguin Books
Si experimentar es el verbo, ello es la acción que habla de un desarticular y rearticular constante de la forma y las herramientas que llegan a producir, así como descubrir aquellas que podrían llegar a producir tal cosa como una canción, el sello de aquello que es experimental es el marcar la posibilidad de llegar a un mismo resultado (en nuestro caso, la canción) a través de diferentes técnicas con diferentes pasos así como diferentes ideas al respecto, cuyo desenlace es entregar, además de legítimo arte, legítima ciencia. La canción en sí permanecerá siendo una situación experimental y del experimentar.