Las biografías son en realidad narrativas de las metamorfosis. El tiempo, las condiciones, la historia, la política y la vida en sociedad nos transforman constantemente. Tanto, que este género literario se encuentra plagado de elipsis temporales: ¿Qué pasó de 1939 a 1945? O Inicia su etapa de madurez. Algo nos cambia de adentro hacia afuera. Emergemos como una estatua esculpida por la exacta técnica de la danza química, fisiológica y poética de nuestro cuerpo.
Alguna vez le preguntaron a Paul B. Preciado, teórico elocuente y una celebridad de la filosofía postestructuralista/queer: ¿Por qué no escribes una autobiografía? Y la respuesta fue: Porque la pinche Virginia Woolf ya la escribió en 1928. Se refiere al libro Orlando: A Biography, una novela en la cual la escritora británica retrata la vida de uno de los primeros personajes trans y no binarios en la literatura. Preciado se identifica con el personaje en la misma medida que se identifica con el acto en sí de la metamorfosis, eso que el impulso vital le hace a los cuerpos disidentes.
Bajo esa premisa, Preciado debuta en el cine con Orlando: mi autobiografía política (2023), que obtuvo el Premio Especial del Jurado en la sección “Encounters” en el Festival Internacional de Cine de Berlín de este año, y que recientemente estuvo en la cartelera del Festival Internacional de Cine de la UNAM (FICUNAM) 2023.
Podría decirse que la película es una fiel adaptación del personaje que creó Virginia Woolf para representar la vida de su amada Vita Sackville-West, pero también podría decirse que la novela es sólo una inspiración, una idea refrescante y una brújula política. En realidad, la cinta va sobre lo trans, el performance de género, la trans-posición política, la autoafirmación y la lucha personal, subjetiva, por abolir las concepciones binarias del género.
Hay un primer acto en la propuesta de Preciado. La primera metamorfosis es la poesía. El juego de las palabras, transformar una cosa, cualquier cosa, en otra. Representar lo irrepresentable en un ir y venir de significantes y significados abstraídos de su semiótica, reordenados, alquímicos. La metáfora se presenta como la primera subversión del ser trans, del ser disidente, pues su mera existencia ejemplifica que el cambio es posible. Las escenas de este acto presentan al género tal y como es: un prostético hecho para parecer natural.
El segundo acto habla sobre la segunda metamorfosis: el amor, volverse no sólo el otro, sino los otros. Permitir un desentierro de la superficie más profunda de la subjetividad. Entregar todo lo que se cree que se es. Enamorarse de una persona, una idea, un concepto, una identidad, para luego reencarnar y quedar desencantadx, heridx, rescatadx.
Por último, el cierre de la película toca la tercera y más significativa metamorfosis: el género. El cambio de sexo de Orlando se da durante un sueño profundo en Constantinopla, del que no podría haber despertado sin la influencia aplastante del deseo. En un territorio extraño, en medio del viaje, Preciado señala que no hay otro lugar para transicionar más que a bordo de la idea de la metamorfosis revolucionaria.
Paul B. Preciado concede en su película el papel de Orlando a por lo menos doce personas trans que interpretan pasajes, suspiros y testimonios de sus propias vidas encarnados en el primer personaje trans de la literatura. Él mismo toma el papel de Orlando en algunos momentos, y con ello remarca que el mundo contemporáneo está repleto de transdisidentes que, conscientes o no, se arman o se desarman de los privilegios y las concepciones sociales para ser ellxs mismxs y para reafirmar la victoria de su identidad frente al cisheteropatriarcado capitalista que les oprime.
Igual que en su propio nombre, pues la B. es la inicial de cómo le conocían previo a su transición, la película de Preciado lleva marcado lo trans como posicionamiento y reposicionamiento político. No cuenta ni pretende contar todas las historias, pero sí pretende hacer una metáfora de ellas, trazar una fuga que atraviese todas las experiencias de las disidencias para encontrar similitudes y expresar en palabras las complejidades subjetivas, sociales y culturales de romper las reglas del género asimiladas en la medicina, la psiquiatría y las ciencias.
A Orlando lo atraviesan todas las opresiones posibles, su cuerpo es marginado, su identidad, reprimida, y su impulso vital, pisoteado, pero todo es tratado desde la ironía, el ánimo y la voluntad para hacer la revolución. Paul B. Preciado manda un mensaje urgente que ya ha enviado en sus libros: la revolución será ahora, y será transfeminista, o no será.
Nadie echará de menos la farmacopornografía, la contrasexualidad, los prostéticos, ni las encantadoras extravagancias filosóficas de Testo Yonki (2008), Un departamento en Urano (2019), Yo soy el monstruo que os habla (2020) y la obra entera de Preciado, pues en Orlando vemos algunos rastros digeridos y accesibles de esos conceptos. Incluso, hay guiños a Deleuze, Virgine Despentes, Freud, Lacan, Foucualt. En un discurso profundo, poético, divertido y crítico, la voz en off del propio Preciado narra la revolución del género sin más presunción que la narrativa autobiográfica de liberación. Estamos ante la única transbiografía colectiva que he visto en el cine.
Ojalá Orlando: mi biografía política pueda verse pronto en más cines. Mientras tanto, actuemos el género, deshagámoslo, seamos Orlando y dejemos de serlo.