Editorial (abril) – El Gran Cerebro: la encrucijada cultural de la Inteligencia Artificial (IA)

Ilustración de Darío Cortizo

La inteligencia artificial no es un sustituto de la mente humana, sino un complemento. Es la capacidad de combinar lo mejor de ambos mundos lo que marcará la diferencia en el futuro de la humanidad.

 Ginni Rometty, CEO de IBM

La Inteligencia Artificial (IA) es una de las tecnologías que han transformado e impactado a la cultura y la sociedad en los últimos años. Hace unos días OpenAI presentó una nueva versión del ChatGPT —una de las IA más potentes actualmente— en la que, además de responder preguntas, traducir texto y brindar gran cantidad de información, ahora es posible el procesamiento de imágenes y el aumento en el manejo de texto para proporcionar mayor contenido. Asimismo, en esta próxima versión del chatbot se podrá apoyar al usuario con la escritura creativa, componer canciones y escribir guiones. No obstante, OpenAI advierte que el chatbot aún tiene algunas limitaciones, como sesgos sociales o indicaciones adversarias. Lo importante está en la precisión con la que se le pida una determinada tarea, por ejemplo, si lo que se busca es que escriba un soneto, es necesario realizar varios intentos en los que se acumule información acerca de las características de composición de este poema. 

La IA ha sido utilizada en distintas áreas del conocimiento, desde la ciencia, la medicina, la arquitectura, hasta las artes visuales. No obstante, se ha desarrollado un constante debate dentro del campo del arte y la creatividad. A pesar de que se considera una herramienta interesante, ha generado controversias acerca de los alcances y riesgos que puede tener respecto a la sustitución del trabajo de artistas y trabajadorxs dentro del circuito cultural. A partir de esto surgen las preguntas: ¿la IA reemplazará el trabajo creativo? ¿Qué consecuencias tendrá a largo plazo en la cultura? ¿Es posible mejorar la eficacia y productividad en diferentes ámbitos? ¿La IA representa una evolución artística? ¿Las obras generadas por Inteligencia Artificial pueden considerarse arte? 

El debate en torno a estas interrogantes es bastante amplio, pues hay quien afirma que la generación de imágenes de manera instantánea —en plataformas como Dall-e que permite la combinación de estilos, formas, personajes, paisajes, etc.— no tiene validación artística porque el arte depende del factor humano y del proceso como parte del resultado. Incluso hay varixs artistas que han optado por poner algunas leyendas en sus perfiles de redes sociales: “No a las imágenes generadas mediante IA”. Por otro lado, existe gran cantidad de artistas que trabajan únicamente con Inteligencia Artificial, como Refik Anadol, quien utiliza esta tecnología para crear instalaciones de arte y experiencias inmersivas, o Anna Ridler, que emplea algoritmos de aprendizaje automático para crear imágenes y esculturas que evocan temas como la naturaleza, el género y la identidad.

La revolución tecnológica, así como sus consecuencias y posibilidades para la transformación del ámbito cultural, son objeto de gran admiración. Una ventaja innegable acerca de la implementación de la IA es que resulta de fácil acceso para personas que no disponen de herramientas de alta gama y deseen explorar su imaginación y capacidad creativa. De este modo, pueden conceptualizar sus ideas visualmente sin requerir mayor esfuerzo. La herramienta no sólo permite facilitar el trabajo creativo, sino que posibilita el ahorro de tiempo y recursos, pues puede automatizar tareas repetitivas en distintos tipos de trabajos. Por ejemplo, con la utilización de Copilot —el asistente virtual desarrollado por Microsoft— se ampliarán las herramientas dentro de Windows y la Paquetería Office.

Sin embargo, también existen preocupaciones en contra de la utilización de la IA en diferentes áreas. Sin duda, el desplazamiento de los empleos resulta ser una de las principales inquietudes. También hay cierta intranquilidad acerca del futuro de la privacidad debido a los datos recopilados por los algoritmos, la falta de transparencia en la información que se proporciona y la dependencia excesiva de estas herramientas. 

Hay que decirlo: este sistema no tiene una conciencia propia ni razona las respuestas que envía; en pocas palabras, no comprende lo que hace, sólo ejecuta. (Aunque dentro de las especulaciones científicas y filosóficas se ha cuestionado si en algún momento será posible generar conciencia de manera artificial). La utilidad de la IA radica en su potencialidad como herramienta para lograr tareas de otro modo imposibles para el ser humano. En general, el panorama que plantea la existencia de estas tecnologías puede ser muy alentador para artistas y profesionales creativxs —y para la humanidad en todo su conjunto—, puesto que la tecnología cada vez más depurada y aguda puede ayudar, tanto en la búsqueda de información como en la agilización de tareas tediosas. Sin embargo, es importante fomentar la educación y la alfabetización tecnológica para utilizar las aplicaciones de la Inteligencia Artificial de manera ética y responsable.

El debate en cuestión no sólo consiste en definir a la IA como buena o mala, si sustituye trabajos o realiza obras de arte. Se trata más bien de cómo utilizar esta tecnología, cuál es su procedencia y hacia dónde nos dirigimos en el marco de la producción artística y cultural. La implementación de esta herramienta para la creatividad debe discutirse sin dejar de lado la importancia del proceso creativo para lxs artistas. Hay que partir de que la IA no sustituirá el trabajo creativo, pero es verdad que se presenta ante nosotrxs un horizonte de posibilidades gracias a la utilización de Inteligencia Artificial.

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El epígrafe de este editorial fue proporcionado por Chat GPT3, así como también influyó Dall-E en el proceso creativo de conceptualización ilustrativa y gráfica. Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia.


Ilustrador: Darío Cortizo Morelia (Michoacán, México, 1999). Estudió la licenciatura en Arte y Diseño en la Universidad Nacional Autónoma de México. Desde 2020 ha trabajado como ilustrador y caricaturista en revistas literarias. Sus principales temas de interés son el absurdo y el subjetivismo. Puedes seguir su trabajo en Instagram y Twitter.