¿Recuerdas cuando veías el mundo con los ojos de la niñez? ¿Cuando la verdad absoluta era aquello que nos decían nuestros papás y la realidad parecía superar nuestra capacidad para procesarla? Publicada por la Universidad Autónoma de Nuevo León, Una casa con jardín (2022), novela escrita por Itzel Guevara del Angel (México, 1976), nos permite entrar en la mente de una niña que vive una ruptura familiar más grande de lo que es capaz de comprender. Su narración revela los detalles del pensamiento de una pequeña durante la infancia temprana, de modo que destaca su intento por asimilar información familiar y cultural, además de su inocencia confrontada con la realidad adulta.
A través de los ojos de la niña, cuyo nombre nunca se revela en el texto, podemos entender distintos factores de las realidades sociales que atraviesan a la sociedad mexicana generación tras generación. Vemos los roles de género impregnados desde la crianza, que posicionan al padre como proveedor económico y a la madre como un soporte emocional. La protagonista señala los comportamientos socialmente aprendidos y replicados por sus xadres, que luego complejizan las dinámicas familiares.
Todo esto se aborda desde el ascenso de una familia de clase media a un estrato económico más alto. Cuando el padre pasa de ser maestro a jefe del sindicato, trae a la familia una serie de problemas que inciden en la dinámica cotidiana: desde una madre austera que recuerda los viejos tiempos con dulzura, pues podía estar más cerca de su esposo, hasta un padre que enaltece su ego a partir de sus nuevas adquisiciones materiales. Este cambio en su posición económica le permite no sólo acceder a nuevos bienes, sino también establecer nuevas relaciones, entre ellas, tener una amante. La novela muestra el accionar de la madre, quien no sabe si tratar al padre con cariño para convencerlo de dejar su aventura, o amenazarlo con enojo al ir perdiendo la paciencia:
Una vez, en una fiesta de los maestros, mi mamá se enteró que a papá le decían de cariño Caballo viejo, y le dedicaban la canción. Entonces le dijo a papá que la canción era una burla, que cómo te atreves a hacerme esto enfrente de todos, y se puso a llorar. Papá le dijo que estaba loca y deja de inventar cosas; la gente que inventa está loca, como tú. Ahora mamá dice que es la peor canción del mundo y que nunca la va a volver a bailar, y cuando la ponen en una comida del sindicato, se levanta y dice que va al baño.
Itzel Guevara del Angel, Una casa con jardin, UANL, p. 72
La autora logra detallar el retrato de una familia con problemáticas que, aunque cotidianas, no dejan de ser dolorosas. El libro aborda la temática del dinero y cómo incide en las diferentes configuraciones de la masculinidad y la feminidad de las figuras xaternas. El padre se enaltece tras su reciente ascenso, al ser capaz de comprar un carro nuevo, una membresía a un club campestre y clases privadas de piano para sus hijxs. Se aleja de su familia para pasar más tiempo con nuevos amigos, que le regalan obras de arte e incluso una pistola. También se aleja física y emocionalmente de su esposa tras comenzar una relación con otra mujer. En este sentido, el dinero funciona como un incentivo para reconfigurar las relaciones de género. Con el correr de las páginas, se revela cómo estos nuevos ingresos inciden en el fortalecimiento de la masculinidad tradicional y machista del padre, para así comenzar a desempeñar de manera más tajante las distinciones establecidas por los roles de género de una sociedad patriarcal.
Por su lado, la madre de la niña recae en los roles feminizados para asimilar la situación. Deja en claro que para ella no es importante el dinero, ya que antes del ascenso del padre eran una familia unida. Esta misma premisa denota el carácter prototípico/estereotípico de la mujer en la sociedad: velar por el bien familiar. Tras conocer la existencia de la amante, vemos en ella las múltiples fases del duelo, empezando por el enojo. Por ejemplo, al decirle a su marido que sabe que tiene una amante, él sólo le responde que está “loca”, una palabra que se utiliza para desacreditar cualquier juicio, especialmente en mujeres. Este mecanismo de gaslighting, abuso emocional para manipular la percepción de otra persona, es muy común en las relaciones de poder:
Mamá dice amante y suena como una mala palabra,
Itzel Guevara del Angel, Una casa con jardín, UANL, p. 39
como una grosería vulgar.
Mamá vuelve a abrir la puerta del coche.
Se quiere bajar.
Papá le da una cachetada y no se lo permite.
Papá está enamorado.
Papá ya no nos quiere.
Mamá sigue llorando, pero casi sin hacer ruido.
Tras ver que los gritos no están funcionando, la madre llega a la negociación, actuando con amabilidad y ternura con su marido para ver si así él le devuelve su cariño. Es decir, nuevamente se posiciona en búsqueda de la atención y la aprobación masculina. Durante este proceso, ella es quien pasa los días y las noches con sus hijxs, aunque a la larga su frustración por los infructuosos intentos para comunicarse con su pareja la lleve a ser distante con ellxs.
El texto recordará al lector los mismos temas retratados en Casas Vacías (Sexto Piso, 2019) de Brenda Navarro, cambiando la perspectiva de la madre a la niña. La novela de Navarro cuenta la historia de dos mujeres, una que se enfrenta a la desaparición de su segundo hijo, y otra a su infertilidad. En el caso de la primera, el secuestro de su hijo la lleva a una profunda depresión que le arrebata la posibilidad de estar presente con su primera hija. Al leer el texto, recuerdo empatizar con la negligencia de la madre hacia su hija. A pesar de lo doloroso y detrimental que podía ser para la pequeña, las circunstancias en las que se encontraba la madre en ese momento no le permitían cuidar y querer a otra persona. En su novela, Del Angel nos permite vivir esto desde la perspectiva de la niña rechazada por su madre. Este diálogo entre ambos libros estimula la reflexión acerca de lo inevitable que son las complicaciones y los procesos afectivos, tanto paternos como maternos, en la crianza. Lxs xadres cargan una historia que se termina colando en la enseñanza de una manera u otra, así como imprevistos para los que es inevitable no estar preparados.
Otras veces le da por sacar los álbumes de fotos. Le gusta ver cómo era nuestra vida porque antes éramos más felices… Mamá ve las fotos, las toca y dice que extraña esa época, porque aunque no teníamos una casa con jardín, siempre estábamos juntos. Yo intento acordarme cómo era vivir en la otra casa de la otra ciudad donde hacía mucho calor, pero no puedo, intento saber si mi mamá tiene razón. ¿Cómo puede uno saber si antes era más feliz?
Itzel Guevara del Angel, Una casa con jardin, UANL, p. 126-127
Mediante el uso de cursivas, la autora logra disociar los pensamientos de su personaje principal, en contraste con la voz de lxs demás. Así, genera una narración que si bien parte de la niña, integra también los comentarios de otros personajes. A pesar de lo doloroso que es observar la dinámica familiar violenta, esta lectura también es una agradable pausa de nuestro juicio adulto.
Una casa con jardín nos invita a recordar nuestra propia infancia: desde lo difícil de ser moldeadxs por nuestros xadres, así como sus decisiones en relación a nuestra autonomía, hasta lo simple que puede ser conocer y experimentar sin expectativa alguna de quién debíamos ser. La autora logra capturar la esencia de lo que implica ser unx niñx absorbiendo el mundo por primera vez. Esta novela es un recordatorio de lo mucho que pensamos saber los adultos y de lo realmente ingenuos que seguimos siendo.
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