Quizá el poema yace
quizá el poema yace
en el profundo recipiente de tus ojos
quizá el poema sea el cántaro
quizá viva inquieto
en tu dispersa voz
en la ondulación perfecta
que nos deja su sonido
¿por qué calla el poema?
¿por qué no escucha el poema?
tal vez deba percibir su propia pulsión
tal vez deba saber un poco más
del dolor
tanto adiós en su mirada
tanta sangre en su latido
*
En aquel instante
en aquel instante
el cielo era incierto
y algunas nubes se disipaban
con la brevedad del viento
en aquellos días
ya se sabía de los eventos
y de la fragilidad del mundo
de las brechas abiertas
la respiración dispareja
el cuerpo intubado
el cuerpo convertido
en un trozo de metal
sobre las brasas de la mañana
el cielo abierto y luego cerrado
de golpe
por la negra muerte
¿cómo hacemos para creer
cuando todo está en llamas
cuando las paredes se agrietan
cuando el silencio cede
y el frío sale de tu propia sangre?
te he tratado de reconocer
en los rostros de los ángeles
y sólo he visto
cuencas vacías y secas
alguien nos robó la luz
alguien nos torció el rumbo
y allá afuera
la furia
la lluvia
la tormenta
y la vida como un pájaro burlón
riéndose de todo y de todos
riéndose de los desvencijados y vencidos
riéndose de aquellos
que viven sometidos a la insensatez
la vida
brillante y punzante
y debajo del escenario
un claro río
libre y purificador
arrasando el rumor de las voces
las pisadas despaciosas
los vagos ruidos
el leve hilo de sangre
que sujeta el pensamiento
*
Sólo soy un hombre
sólo soy un hombre
que se agota
del luminoso verde
del azul brillante
de mi abismado corazón
de los desesperados corazones
sed de los dioses vencidos
en estas ruinas desnudas
soy
quien se agota
en el verde profundo de los bosques
en el azul profundo de los cielos
y en el camino pierdo
algunos relucientes colores
que embellecen
y dan aroma
al suelto cabello de los manantiales
algunas veces vengo de mí y hacía mí voy
y otras
ilumino como lámpara
nadie sabe de la evocación de lo perdido
aquella boca muerta en algún lado
en algún lado el alma rota y detenida
frente al azul del fuego
y en el fango
la vida también es húmeda y fría y caliente y seca
y quienes se retuercen
en la filigrana dorada de las cuerdas
no son más que un lazo vibratorio
en el espacio insondable
del universo de tus párpados
en la savia incandescente de tus labios
¿acaso el corazón no está lleno de enigmas?
¿acaso no es un rincón protegido
lleno hasta el borde
de dulzura, aspereza y suavidad?
déjame incendiar
nuevamente
la piel de la memoria
y regresar
como regresan las palabras
algunas veces frescas
otras
llenas de mármol
y de tiempo
Autor: Luis Cuadros Falla (Lima, Perú, 1961). Poeta y periodista. Fue editor de las publicaciones El Elefante Asado,Piel del Tiempo, Arte y Herejía, La casa del del fin, Contraluz, entre otras. Ha publicado los libros de poesía: Nocturno(2000), La velocidad del amor (2004), El Abismo (2013) y Cartas a Federico (2015). Los presentes poemas son inéditos de su libro Ámbar (2023). En el 2022 fue incluido en las antologías de poesía Voz Celestial (Ediciones Vicio Perpetuo Vicio Perfecto) y Vallejo vuelve al Callao (Perú); así como en las revistas Maestra Vida (Perú), Herederos del Kaos (San Francisco-Barcelona), Letras y Voces (México) y Noche Laberinto (Colombia).
