“Alta costura”: un bordado de las relaciones afectivas entre mujeres

Alta costuraHaute couture, en su título original— es una película francesa de 2021 escrita y dirigida por Sylvie Ohayon, cineasta que incursionó en la pantalla grande con Papa Was Not a Rolling Stone en 2014. Alta costura, su segundo largometraje, forma parte del 26° Tour de Cine Francés en México y explora, con una mezcla equilibrada de drama y humor, la complejidad y los matices de las relaciones afectivas entre mujeres de distintas edades y condiciones socioeconómicas.

Esther (Nathalie Baye) es una prestigiosa costurera de mediana edad que reside en París; deprimida, su día a día consiste en comer dulces y trabajar en la que será su última colección de vestidos de alta costura para la marca Christian Dior. Jade (Lyna Khoudri), por otro lado, es una joven que vive en los suburbios con su madre, una ferviente religiosa incapacitada por la depresión. Sin escuela o trabajo a los cuales asistir, y en compañía de su mejor amiga Souad (Soumaye Bocoum), Jade se dedica a robar a los transeúntes del metro. Las vidas de ambas darán un giro favorable pero complicado cuando se conozcan —a raíz del robo del bolso de Esther, cometido por las dos amigas— y Esther decida que Jade tiene potencial en el oficio de costurera.

El hilo conductor de Alta costura es, sin lugar a duda, el desarrollo de la amistad entre Esther y Jade. ¿Cómo progresa una relación entre dos personas que en un inicio parecerían no tener nada en común, que se desenvuelven en contextos totalmente diferentes y pertenecen a clases sociales enemistadas? Tal pregunta irá resolviéndose en las dos horas de duración del largometraje. Mientras, la costura servirá como punto de encuentro entre Esther y Jade, como el elemento que les permitirá bordar una relación significativa.

Cuando recién se conocen, Esther ve en Jade a una joven que podría heredar su legado como costurera —quizá también la sombra de una hija a quien no prestó la atención necesaria— y, podríamos pensar en un inicio, a una mujer menos favorecida a la cual ayudar. Sin embargo, conforme avanza la película queda claro que no hay un complejo de salvador oculto detrás de la decisión de Esther, sino que la razón para reclutar a Jade, además de las ya mencionadas, es mucho más simple: la simpatía que siente por ella. “Conocí a una jovencita. No es nada fácil… Pero creo que me cae bien”, le confiesa Esther a un ramillete de flores de su jardín. Jade, por su parte, ve la pasantía en el taller como una oportunidad para avanzar económicamente, pero sobre todo para darle una dirección a su vida.

A medida que su amistad va forjándose, Esther y Jade empiezan a familiarizarse con los entornos y los problemas que aquejan a la otra: la relación conflictiva que Jade tiene con su madre y Esther con su hija, así como la diabetes desatendida de esta última. Ambas fungen como detonador positivo para que la otra trabaje en sus inquietudes y tenga una visión del futuro más esperanzadora: Jade como costurera y Esther como jubilada. 

Si bien la relación de las dos mujeres es el centro del largometraje, éste también toca, más superficialmente, temas con impacto y pertinencia social como el racismo, la diversidad étnica y la religiosidad en el contexto de una Francia contemporánea y multicultural. Pero el tema que más resuena en Alta costura es la desigualdad entre clases sociales, abordada a través de las contraposiciones París-suburbios, burgueses (Esther y la mayoría de las costureras del taller)-marginados (Jade y sus amigos).

Esta tensión constante se refleja en los estereotipos que las personas de los suburbios tienen sobre los parisinos y viceversa. “Lo único que haces es respaldar la idea de que las chicas de los suburbios son en el mejor de los casos, estúpidas e incompetentes, o en el peor, estúpidas y además violentas”, le reclama Catherine (la segunda costurera a mando, interpretada por Pascale Arbillot) a Jade.

Asimismo, hay un choque en la manera de concebir el trabajo: Esther prioriza el valor de las cosas, no su costo, visión con la que Jade, quien prácticamente vive al día, no puede empatizar. Resulta igualmente llamativa la visión del trabajo por parte de los jóvenes de los suburbios como un sistema esclavista por el que ya no se interesan. El plan de Souad, por ejemplo, consiste en vivir de los apoyos otorgados por los programas sociales del gobierno.

Ahora bien, no podemos ignorar que Alta costura tiene, aunque no hagan demasiado ruido y sean detonadores del avance de la trama, un par de situaciones inverosímiles. Primero, el hecho de que Jade consiga —a raíz de sus manos finas— una pasantía pagada en un taller tan prestigioso sin siquiera buscarlo y sin tener ningún tipo de experiencia cosiendo. También resulta poco creíble que los amigos de Jade puedan permitirse adaptar su vida y su rutina para cuidar de Esther cuando se fractura la muñeca.

En cuanto a los lugares comunes, la cinta de Sylvie Ohayon tampoco está exenta de ellos. La amistad entre personajes dispares como hilo conductor de la trama ya se ha visto en otras producciones francesas, como es el caso de Amigos intocables (Olivier Nakache y Eric Toledano, 2011) y Eres bienvenida (Jean Becker, 2012). Alta costura, eso sí, tiene la particularidad de desarrollarse entre mujeres, lo que le confiere un toque refrescante.

Por último, en lo concerniente a la estructura de la película, podría resumirse como la llegada de un personaje (Jade) a un lugar nuevo (el taller de Dior) en el que entabla relaciones tanto de apoyo como antagónicas, supera obstáculos y eventualmente se vuelve parte importante del equipo —es Jade quien sostiene la cola del vestido principal en el desfile—. La estructura anterior es cronológica y favorece un desarrollo claro de la trama, por lo que es muy común encontrarla en el cine: clásicos como Inocencia interrumpida (James Mangold, 1999) y películas francesas recientes como La vida de Calabacín (Claude Barras, 2016) la utilizan. Esto vuelve la trama de Alta costura un tanto predecible; sin embargo, los personajes bien escritos en correspondencia con las actuaciones bien logradas, el ritmo tranquilo de la película y los toques ingeniosos de humor que presenta la vuelven una cinta muy disfrutable.

Como parte del Tour de Cine Francés 2022, Alta costura estará disponible para públicos de todas las edades y gustos a partir del 6 de octubre en las carteleras de Cinépolis. ¡No dejes de asistir!