“La brigada de la cocina” o los afectos gastronómicos

Anualmente, el Tour de Cine Francés, que este 2022 celebra su vigesimosexta edición, ofrece en México una muestra representativa de la cinematografía gala. En 2021, Delicioso (Éric Besnard) fue la encargada de mostrarnos la exigencia y los cuidados del arte culinario a través de una historia de época. Ahora, la nueva cinta de Louis-Julien Petit, La brigada de la cocina (La brigade, 2022) retoma nuevamente el tema, aunque en un contexto contemporáneo que se conjuga con una problemática oportuna para nuestros días: la migración y el futuro de menores no acompañados.

La ambiciosa y exigente chef Cathy Marie (Audrey Lamy) tiene la firme convicción de abrir su propio restaurante; sin embargo, su situación económica desfavorece sus intereses, por lo que antes de cumplir su meta deberá lidiar con un reto más importante de lo que esperaba. Su única opción laboral se vuelve un descuidado refugio para inmigrantes dirigido por Lorenzo (François Cluzet), donde conocerá a un grupo de menores con distintas situaciones familiares, políticas y sociales. Esto, por supuesto, llevará a todos a replantear sus personalidades e intereses.

Uno de los elementos medulares de la historia se destaca, sin duda, en su pertinencia social. La brigada de la cocina presenta personajes que bien pueden ser más que cercanos y con quienes podríamos convivir, hombro con hombro, en el día a día. El éxodo de la migración es un fenómeno más que relevante para nuestra actualidad, por lo que la película aborda este tema como estandarte para generar conexión con su público. A pesar del tono optimista con tintes cómicos que la envuelve, también presenta situaciones tristes que se contraponen por su veracidad, como es el caso de Djibril, interpretado por Mamadou Koita.

Linealmente, la cinta comienza con una ligera pátina de comicidad que a la larga se transformará en una sensibilidad emotiva. Esto cambia cuando, en el conflicto de la historia, el pesimismo y las dificultades parecen poner cuesta arriba el futuro siempre incierto de los jóvenes migrantes. La última parte de la película contrasta levemente al abordar la participación de Cathy en un reality show para chefs. Al final, este pasaje, notablemente ingenioso en su resolución, se vuelve determinante y tiene más trascendencia que la evidente en una primera instancia, pues terminará por dar cierre tanto a la historia como a los personajes.

El guion favorece el dinamismo que tiene esta muestra de 97 minutos. Sus protagonistas —bien interpretados, además— facilitan la empatía del espectador y permiten adentrarse en la historia con facilidad —ejemplo de ello es Gusgus (Yannick Kalombo), uno de los niños del refugio—. Hay diálogos directos, precisos y con un interés propio por el desarrollo de los personajes. Si bien hay elementos sueltos en la configuración de algunos de ellos —como la coincidente historia de la niñez de Cathy o las relaciones “problemáticas” de Djibril—, estos presentan escenas escuetas que no afectan gravemente a la historia o su desarrollo.

Asimismo, hay temas apenas esbozados que no se desenvuelven en su totalidad: la misoginia, la xenofobia, el racismo, el choque cultural o las relaciones de poder en el ámbito laboral. Por supuesto, complejizar todos o cada uno de ellos implicaría desbordar tanto la historia como su precisión, con el fin de armar una trama mucho menos sencilla. Independientemente de ello, son factores importantes para la conformación del ambiente e imprescindibles para dar verosimilitud a la cinta e incluso conseguir una historia más redonda.

De esta manera, a pesar de los ligeros altibajos que se presentan, La brigada de la cocina prioriza los afectos como su eje principal, acompañados del toque social relevante para nuestro entorno. La determinación final en el futuro de los personajes se convierte en la gran duda y al mismo tiempo el problema principal para sus destinos. Esto, evidentemente, da énfasis a la importancia de cuestionarse sobre las infancias migrantes insertas por razones políticas, geográficas, económicas o culturales en contextos desconocidos y de violencia. Estos asomos rebasan los intereses de La brigada de la cocina, pero nos dejan entrever, al mismo tiempo, que están presentes no sólo en la ficción, sino también en la realidad.

Esta cinta de Louis-Julien Petit forma parte de la selección del Tour de Cine Francés en México, por lo que podrá disfrutarse en salas de Cinépolis a partir del 6 de octubre. ¡No te la pierdas!