El aire se llena de mundo,
de gramática
y sentido.
El azar y sus silencios
nadan hasta la orilla
para no fallecer
en el naufragio
de la razón.
Los espectros se exilian
en la memoria del sueño,
y allí habitan
en la piedad
del vacío.
*
Desterrado
A mi padre
Prisionero de máquinas
que disparan sedantes,
espera en desnudez
la victoria del tiempo.
—Cada gota cae pesada
casi radioactiva,
casi metálica—.
Allí,
la soledad fragua
una imagen a su semejanza
para que duerma a su lado
—lejos—,
en una sala de espera.
El catéter,
los tubos y los cables
alejan a la muchedumbre
y así
escribes conmigo
—en mis pupilas—
signos de angustia
mientras otro
—y otro—
y otro más
se adentran
en la podredumbre.
Amaneces
—sin que haya amanecido—
al lado
de oscuros apetitos
y seres presos de moral.
Con cada químico,
que se abre camino
rompiendo tus venas,
te alejas
dejando en un rincón
la ropa sucia
de un cuerpo
bordado de silencios
y hojas que se desploman.
*
Iniciación
Frente a una gran multitud
en una gran ciudad,
un hombre construye
su parroquia
sobre pólvora mojada.
Predica letanías
a los decepcionados
recordando el establo de sus padres,
los caballos
y la tierra que hay entre nosotros
y los antepasados.
Sobre humores fabriles
y ampollas escarlatas,
un hombre
se aleja del mundo
cargando
pólvora mojada.
Autor: John Jairo Quitian (Colombia). Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital de Bogotá y estudiante de maestría en Psicoanálisis en la Universidad Nacional de Colombia. Ha sido finalista del primer concurso nacional de poesía Pablo Neruda de la Universidad del Rosario y la fundación Pablo Neruda de Chile. Algunos poemas suyos han sido publicados en la revista Cazamoscas (Colombia) y Espora (México).