“Sed”, o cómo experimentar el cuerpo y el amor en un sorbo de agua. La reciente novela de Amélie Nothomb

Amélie Nothomb nació en la ciudad de Kobe, Japón (1967). Es hija de padres belgas y actualmente reside en París. Es escritora de novelas breves que, gracias a sus diferentes intereses narrativos, no parece repetirse. Sin embargo —como ocurre con muchos escritores—, hay temas recurrentes dentro de su poética: el cuerpo, la sed, el dolor, el sufrimiento, la divinidad, el amor y la soledad, por mencionar algunos puntos de referencia en la obra de la autora. Así lo vemos en Metafísica de los tubos (2000), novela en la cual el personaje principal se obsesiona con el agua, la divinidad y el ser Dios durante sus primeros años de vida. Biografía del hambre (2004) es otra de sus novelas donde la protagonista muestra su avidez por comer, beber agua y experimentar placer en todos los excesos. De sus veintidós novelas publicadas, hago referencia sólo a dos títulos que coinciden con esos temas. 

En su reciente obra, Sed (Anagrama, 2022), Nothomb crea una historia que trata de la crucifixión de Jesús. Esta novela, a su parecer, es la más importante de su narrativa, pues al comienzo de su oficio supo que utilizaría al personaje de Jesús para algunas de sus ficciones, pero antes, necesitaba “adquirir músculo”, trabajar en otras novelas y practicar durante años. Además, fue la última novela que su padre leyó antes de morir. No obstante, rechaza que este libro sea religioso, ni mucho menos blasfemo. Lo que le interesaba era ahondar en ese Jesús humano “que se sometió al sufrimiento voluntariamente, uno de los más terribles”. 

La autora opina que El Evangelio según Jesucristo (1991), escrita por el Nobel de Literatura José Saramago, es la novela más extraordinaria porque: “nunca se escribió nada tan duro sobre Jesús. Saramago narra la crucifixión de una manera sofocante. Quita la posibilidad de respirar”, en tanto Sed “es una narración bonita”. Comenta también con la película de Martin Scorsese La última tentación de Cristo (1988): “ambos son referentes artísticos muy recientes sobre este tema tratado por la literatura, en comparación con las demás artes que, siglos atrás ya han profundizado en él”.

El Jesús de la novela Sed cuenta desde la primera persona cómo es su juicio ante Poncio Pilatos y cómo será crucificado. El tiempo narrativo es lineal y se ubica en la noche anterior a la acción. El Jesús de Nothomb es un personaje que muestra expectación y miedo y, por lo tanto, se torna humano. Es consciente de su cuerpo, desde donde está condicionado a sentir hambre, sueño, amor, deseo, dolor, miedo, sufrimiento, sed, soledad, muerte, entre un sinfín de sensaciones, emociones y disertaciones desde un monólogo interior que cruza la trama. Mientras que para Spinoza “el alma y el cuerpo son una misma cosa”, para la autora la sed “es la unión entre cuerpo y espíritu”, pues “combina la parte física y la espiritual”; además, la considera un deseo corporal inextinguible. A la escritora le gusta pensar en Jesús como “en alguien cualquiera que un día decidió ser Jesús y estar disponible para los demás”. Sin embargo, esa actitud del personaje la lleva a exponer las posibles contradicciones que surgen como consecuencia. Entre ellas el odio y la ingratitud de las personas a las que les hizo milagros, o la glorificación del sufrimiento y el dolor, algo que la autora “tacha de monstruoso”. Y que, sin embargo, cree que es desde ese “auténtico sufrimiento” donde se llega a las “auténticas preguntas”.

Si bien Nothomb logra escribir una novela sobre la crucifixión de Jesús y el sufrimiento y las preguntas que trae consigo, resulta atractivo que desarrolle la acción una noche antes de los eventos centrales. Ubica al personaje y al lector en una situación límite —recuerda al filósofo Jaspers por coincidir con él (miedo, sufrimiento, culpabilidad, lucha, insatisfacción, muerte)—. Las percepciones son tan humanas que, desde ellas, logra mantener la expectación en un tema tratado por varios escritores, no sólo por José Saramago, también por Vicente Leñero en su novela El evangelio de Lucas Gavilán (1979). A través de la situación límite la autora vislumbra en el sufrimiento previo a la muerte cómo su personaje, Jesús, comienza a desbordarse en recuerdos y “auténticas preguntas”. Cómo la personalidad de ese hombre entra en contacto con la trascendencia que, en este caso, no es Dios, su padre, sino él mismo. Antes de morir critica todas sus fallas, la ingenuidad del plan de su padre y haber creído en él,  hasta reivindicar sus acciones mediante el autoperdón. El Jesús de Nothomb resuelve el trillado conflicto entre el padre y el hijo al perdonar su determinación que lo hizo creer en la decisión de su padre para sacrificarlo: “Creí tanto que iba a ser condenado que no imaginé otra posibilidad”. La pretención de la autora es mostrar el sufrimiento ante la muerte a través de un Jesús corpóreo que tiene miedo y percibe lo humano que es. En esta novela, el lector encontrará un Jesús con ventajas ante su padre, justo por poseer un cuerpo humano, pero diferente a profundidad en el hecho de estar en todo acto consciente, presente. Un Jesús mindfulness que vive en el aquí y ahora mediante esa atención plena que muestra en todo lo experimentado, incluso al comer y al beber, siempre con interés y aceptación.

Por otra parte, en la novela hay pasajes en los que la autora utiliza a conveniencia narrativa algunos poderes clarividentes de ese Cristo que se anticipa a lo que dirán algunos escritores en sus novelas y que no son más que muestras de su propia tradición literaria reflejada en frases breves que cita en la trama y que hacen referencia a Paul Valery, François de Malherbe y Marcel Proust en la parte final del libro. Esas referencias a veces no son tan afortunadas, pues en algunos casos se rompe un poco el ritmo de la prosa al volverse un tanto explicativo, casi ensayístico. No podemos decir que la novela Sed de la escritora Amélie Nothomb supere el riesgo al compararse con otras de la misma temática, pues se nota que la autora no se propuso exponerla a ninguno. Con ello no debe entenderse que sea una novela insustancial, debido a que cumple con el franco propósito planteado: otorgar un cuerpo a Jesús desde donde el lector perciba los problemas que trae consigo el lenguaje, el deseo, el placer, el hambre… la sed.


Autora: Claudia Fulgencio (Ciudad de México, 1978). Es licenciada y maestra en Estudios Latinoamericanos con especialidad en literatura latinoamericana por la UNAM. Ha impartido la clase de Literatura Iberoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de esa misma institución. En coordinación con CONACULTA, colaboró en el proyecto Pueblos originarios de Tlalpan: Mitos y leyendas. Historias, tradiciones y costumbres. Es compiladora de la antología Cuentos desde el fondo (Monosílabo, 2018). En 2020 fue finalista del Concurso Internacional de Cuento Enfermedades, con el cuento titulado «Escaleras de emergencia». En el marco de las actividades culturales de la Revista Acuarela Humanística, de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), publicó el cuento «El viaje». Desde hace ocho años dirige el taller de lectura y creación literaria en la librería Elsa Cecilia Frost, del Fondo de Cultura Económica.