“¿Por qué el precio de la libertad no puede ser la libertad en sí misma?”: Valentina Sachetti – Entrevista de Juan Muciño

Hay viajes de los que, aunque se vuelva a casa, ya no se regresa. A veces no habías visto tanto verde en toda tu vida, o comiste el omelette más rico del mundo en un restaurancito de tres mesas o viviste Diario de una pasión en una piscina; a veces encuentras tu vocación y otras regresas decidido a dejar tu trabajo, tal vez subiste una montaña y te hallaste tan alto como hace mucho no lo habías estado, o reencontraste la vida en una tina de baño. En cualquiera de los casos, infinitos y al mismo tiempo cada uno particular, después de viajar no se vuelve siendo la misma persona.

De esto nos habla Pacífico Norte, el primer largometraje de Valetina Sachetti con el que nos invita a recorrer las carreteras del norte de nuestro país de la mano de sus protagonistas —casi tan literalmente de la mano como el cine nos lo puede permitir—.

En Primera Página tuvimos el honor de platicar con Valentina sobre su película unos días previos al estreno. Sobre ella, la directora nos cuenta qué es Pacífico Norte, para ella como realizadora y para nosotrxs como espectadorxs.

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Pacífico Norte es una historia de amistad, de crecer y de hacerse adulta. Para mí, es una historia que habla de ese momento en la vida en el que una ya no puede echarle la culpa a nadie más de lo que viene y de lo que se quiere hacer y te tienes que hacer cargo de a dónde quieres ir. Es ese darse cuenta de que no hay culpables, no hay afuera ni hay otro lado. Y creo que los amigos, las amigas, en este caso, son un buen espejo en esos momentos.

”Es una película que yo escribí a los veintinueve, después de que naciera mi primera hija (yo soy de Uruguay y vivo en México desde hace doce años) y… estaba pensando “¿cómo llegué aquí?”. Me venían flashazos de momentos insignificantes, de todos esos momentos pequeños que uno va compartiendo con las personas con las que te vas haciendo grande, con quienes vas creciendo y soñando, quienes te ven más allá de lo que quieres mostrar. Sobre todo, pensar que cuando somos jóvenes y tenemos la oportunidad y privilegio de viajar, ya sea a un lugar chiquito o grande, con tus amigos o con tus padres, te hace crecer, encontrar aspectos de ti que no muchas veces uno está dispuesto a ver. De allí surge Pacífico Norte: de una necesidad muy genuina de “yo también hacerme cargo de mi historia”, porque…, bueno, yo también crecí. Soy quien he decidido ser.

”También es importante, y no es casualidad, que todas mis protagonistas sean mujeres. Me parece muy importante diversificar el panorama de personajes femeninos en la narrativa cinematográfica en general. Muchas veces nos vemos limitadas a que las mujeres estamos en roles o de heroínas románticas o de víctimas. Yo creo que es muy importante, en esta diversidad, el poder replantear y apropiarnos de nuestro lugar en el mundo como seres humanas que somos, poder tener mujeres viviendo, así, viviendo. Tres chicas se suben a un auto para hacer un viaje sin necesidad de estar en peligro. Que puedan vivir, sentir y crecer. Evidentemente, considero muy importante esta otra vertiente de personas que han trabajado muchísimo para crear una plataforma muy clara de exponer ciertas historias que necesitan ser dichas, pero al mismo tiempo, en términos de que las mujeres podamos ser visibilizadas en las pantallas como seres humanas, Pacífico Norte plantea por qué para la mujer el precio de la libertad siempre debe ser un castigo. ¿Por qué el precio de la libertad no puede ser la libertad en sí misma?

”Esta película es una historia que tiene un rejunte de ideas, imágenes de las que nacieron estos tres personajes que hacen un viaje, ¡que no es cualquier viaje! Porque la próxima vez que se vean no van a estar, ninguna, en el mismo lugar donde están ahora. En muchos sentidos, la película de cada una empieza cuando ésta que nosotros vemos termina. Y a mí lo que me interesa con Pacífico Norte es hablar de ese momento de latencia, en el que tal vez no te suceden cosas muy grandes (a comparación de otras que suceden en el mundo), pero con las que todos podemos entrar en contacto. Todos podemos vernos en estas mujeres, y todos podemos encontrar una parte de nosotros, de nuestras amigas y amigos, en su historia».

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Así pues, esta conexión de la que nos habla Valentina surge a partir de sus tres personajes principales: Sofía, Marielena y Clara. Con ellas y a través de ellas viviremos este viaje. A lo largo de la película las acompañaremos en carreteras, playas, pueblos y restaurantes que sirven como escape de una cotidianidad inminente —para ellas y para nosotrxs—, la cual si bien nunca se va, por un instante podemos dejar de lado. Sin embargo, existe una cuarta protagonista, sin quien nos hubiera sido imposible acompañar a estas viajeras: la cámara.

Pacífico Norte tiene la valentía de construirse desde un formato de falso documental, implementando durante sus casi dos horas de duración una cinematografía íntima y artesanal que refuerza la personalidad aventurera de la película. La cámara condicionará cada situación que las protagonistas vivan, a veces solas, a veces en grupo, y cómo se presentará hacia quien ve la película. Gracias a ella, cada personaje encarna su misión, se relaciona y se descubre. A través del lente ellas crecerán, a partir de un micrófono reirán, pelearán y enunciarán situaciones de su vida que sin este viaje jamás hubieran podido decir en voz alta.

¿Pero qué implicaciones tiene grabar una película en este formato? ¿Cuáles son las dificultades que conlleva y qué preparación se necesita para ello? Sobre estos aspectos, Valentina comenta cuáles eran sus intenciones al decidir cómo se grabaría Pacífico Norte.

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—La película está concebida, desde el guion, en esta puesta en cámara —refiriéndose a la cámara en mano—, entonces ¿qué pasa? Para cada escena, cada unidad de tiempo y espacio, tiene que haber una voluntad de un personaje de prender una cámara. No es como que yo, como directora, tuviera la posibilidad de decir “bueno, quiero grabar esto”; no, tendría que haber algún personaje que quisiera grabarlo, o que accidentalmente quedara encendida la cámara, para que estopudiera existir dentro de la película. Es un lenguaje muy curioso porque en general se usa como distanciamiento, se utiliza más para películas de terror o de ciencia ficción donde tú puedes jugar con esa cámara para crear distancia con el espectador y generar adrenalina. Yo consideraba (y creo que hice bien) que era una gran oportunidad de poder crear un lenguaje íntimo, esta idea de una película casera en la que tú te podías adentrar en estos personajes. A través de ellas —es decir, sus personajes—, su intención de prender y sostener la cámara, la escena nos comunica algo. 

”En ese sentido, fue un gran trabajo por parte de las actrices y el director de fotografía, Carlos Correa, que llevó todo un proceso de creación de personajes junto conmigo y ellas. Cada que grabábamos una escena él tenía claro qué personaje grababa y cuál era el estado de ánimo del mismo. Esto dio como resultado que también la cámara tuviera un estado emocional en esta película. Tuve la suerte también de tener un gran sonidista: Axel Muñoz. Él es un tipo muy comprometido y minucioso con su trabajo. Y obviamente las chicas —Lucía Leyba como Sofía, Danae Reynaud como Marielena, y Elena del Río como Clarita— además de ser grandes actrices, tuvieron una disposición enorme hacia el trabajo, el aprendizaje y el juego, tanto que pusieron la vara muy alta para todo el crew, así que todo el crew se puso a la altura de este proyecto. 

”Trabajamos a lo largo de cuatro estados. Tenemos el principio en la Ciudad de México, después carreteras en Durango, Sinaloa y Baja California Sur. De esos estados trabajamos más de cincuenta y pico de sets en cinco semanas. Este recorrido es tal vez imposible realizarlo en la vida real, no se puede, necesitas un barquito o un avión forzosamente. Pero sí creo que visualmente narra y refuerza el estado de ánimo de los personajes, este salir de la ciudad para encontrase con todos estos paisajes asombrosos. Fue una aventurota y una experiencia maravillosa trabajar en esas locaciones. Fue muy lindo porque, más allá del viaje que ya por sí misma estaba contando la historia, implicó un viaje diferente para cada una de las personas en el equipo. Fue muy mágico.

”Yo me siento muy agradecida con todas las personas que me permitieron contar esta historia. Creo que si hay un trabajo colectivo, es el Cine».

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Luego de escuchar a Valentina hablar con tanta ilusión sobre todo el proceso que fue grabar Pacífico Norte, y del trabajo colaborativo que se hizo, los procesos de preparación, ensayos, scoutings, hallazgos y colaboraciones, fue natural en la plática preguntarle si ella estaba satisfecha con su película.

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—A mí Pacífico Norte me hace muy feliz. Es la película que yo quería contar en el momento en el que la conté. Una película a la que le tengo muchísimo amor: yo la veo y entro en la historia y me emociono; yo me siento del otro lado. Obviamente, con el paso de los años, uno voltea y piensa “ah, bueno, yo ahora lo haría así…”, pero yo no soy esa persona que la grabó, y eso lo sabía desde el mismo momento en que apenas quería filmar Pacífico Norte. Es una película que no quería filmar diez años después de pensarla porque iba a ser otra persona e iba a querer contar otra cosa. Le tengo mucho respeto, y me siento orgullosa de ella. Para mí era importante eso: que mi primera obra fuera una película que pudiera defender con mucho amor, que fuera una verdad para mí y para todo el equipo que trabajamos en ella. 

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Actualmente, Pacífico Norte se proyecta en diversas salas de todo el país, incluyendo la Cineteca Nuevo León en Monterrey, Cinema Nubo en Aguascalientes, Museo Cabañas en Guadalajara, Boom Cinemas en el Estado de México y La casa del Cine y Cine Tonalá en la Ciudad de México. No se pierdan la oportunidad de viajar a lugares hermosos, conocer gente cautivadora, nadar con delfines y descubrir en cada kilómetro qué les espera a nuestras protagonistas y qué han dejado detrás.


Entrevistador: Juan Muciño Díaz. (México, 1996). Artista visual mundialmente desconocido. Estudió Artes Visuales (FAD, UNAM) con especialización en Arte Sonoro e Instalación. Ha expuesto en espacios como Mvseo Privado, Espacio MUNO y la Antigua Academa de San Carlos, ha escrito para Palabrerías, Revista Híbridos, Revista Zompantle y Primera Página. Platica mucho en clase.