El 4 de julio de 1845, el escritor y filósofo estadounidense Henry David Thoreau lo dejó todo atrás para irse a vivir en la profundidad de los bosques de Walden Pond, donde construyó una cabaña con sus propias manos y contempló la vida desde la “naturaleza salvaje”, como a él le gustaba decir. Durante esa aventura de dos años, dos meses y dos días, Thoreau escribió una de sus mejores obras literarias: Walden (1854).
Anarquista, vitalista y un poco rebelde, si el nombre de Henry David Thoreau sigue destacando en las librerías de todo el mundo es también por haber escrito Desobediencia Civil (1849), una obra que ha tenido mucha repercusión en el terreno político, incluso hoy en día. Sin embargo, en ambas obras el escritor norteamericano deja clara su disconformidad con el funcionamiento de su país, especialmente en cuestiones como el imperialismo, la esclavitud y el capitalismo gestado por Estados Unidos a mediados del siglo XIX. También defendía la vida sencilla y lejos de la ciudad ya que “corrompe a los hombres”, según su punto de vista, y animó a todo ciudadano de a pie a desobedecer las leyes injustas de forma pacífica. En efecto, su filosofía de resistencia no violenta influyó posteriormente en personas como Gandhi, Martin Luther King o Lev Tolstoi.
Ante todo esto, situamos a Thoreau en el movimiento trascendentalista, cuya razón de ser se caracteriza por la crítica a la conformidad irreflexiva de la sociedad contemporánea. El principal exponente del trascendentalismo fue, de hecho, un muy buen amigo de Thoreau. Se trata de Ralph Waldo Emerson quien, en su Ensayo sobre la naturaleza (1836), afirma que la independencia del individuo sólo se puede conseguir mediante la intuición y la observación directa de las leyes de la naturaleza.
Centrándonos en la obra de Walden, el libro está formado por diecisiete capítulos en los cuales Thoreau experimenta la vida primaria con su propia piel, después abandonar la ciudad y la sociedad organizada cuyo fundamento para vivir es el de conseguir fama, dinero y propiedades, según sus teorías. El autor describe su economía doméstica, sus experimentos en agricultura, sus visitantes, amigos y vecinos que no eran precisamente pocos: las plantas, los animales y, en definitiva, la vida en su estado más puro. De hecho, en un momento del libro, cuando explica que la gente le pregunta el motivo por el cual ha decidido llevar a cabo un cambio de vida tan radical, él se justifica de la siguiente manera:
Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida… para no darme cuenta, en el momento de morir, de que no había vivido.
Henry David Thoreau, Walden, Cátedra, 1854
Su literatura es, sin duda, una oda a la naturaleza y al mismo tiempo una crítica a la sociedad de su época, marcada por el inicio de la industrialización y el éxodo de la población a las grandes ciudades. De hecho, en Walden habla a menudo del ruido del ferrocarril que pasaba cerca de donde él tenía su pequeña cabaña, ya que le impide apreciar el sonido natural del bosque. Su obra es también una crítica a la concentración de riqueza, y una defensa a ultranza de un estilo de vida sencillo y modesto en el que sólo hace falta utilizar lo más imprescindible para vivir.
Además, como explica en el libro varias veces, el autor no estaba ajeno al contexto sociopolítico de su país, y criticó duramente el intento de invasión de México por parte de Estados Unidos. Incluso dejó de pagar los impuestos como signo de protesta, hecho por el que fue encarcelado aunque por muy poco tiempo.
Para todos aquellos que todavía no lo han leído, Walden es un libro fundamental para entender la relación del ser humano con la naturaleza y el medio ambiente. Tan es así que actualmente muchos lectores lo están rescatando para atender a la crisis climática, y que Henry David Thoreau ya advirtió en su tiempo al ver que la humanidad cada vez se desconectaba más de su entorno natural llegando incluso a maltratarlo.
Aunque es una obra del siglo XIX, muchos aspectos que se tratan en ella son totalmente aplicables en la actualidad; por ejemplo, el hecho de apreciar los pequeños detalles de la vida y no buscar la abundancia ni la riqueza como principal objetivo para llegar a ser felices. Thoreau defiende la vida como contemplación, es decir, cree que el ser humano debe pasar tiempo observando la naturaleza para entender el mundo y conocerse a sí mismo. Esta actitud se ve reflejada en varios momentos del libro, como por ejemplo en el capítulo doce en el que describe una batalla de hormigas que tuvo lugar justo al lado de su cabaña:
Mirando más lejos, me sorprendió encontrar que las fichas estaban cubiertas con tales combatientes, que no era un duellum, sino un bellum, una guerra entre dos razas de hormigas, la roja siempre se enfrentaba a la negra, y con frecuencia dos rojas a una negra. Las legiones de estos mirmidones cubrían todas las colinas y valles de mi arboleda, y el suelo ya estaba sembrado de muertos y moribundos, tanto rojos como negros.
Henry David Thoreau, Walden, Cátedra, 1854
Muy pocas personas en el mundo tienen la capacidad de apreciar estos pequeños detalles. Lo más probable es que nos pasen desapercibidos, teniendo en cuenta que requieren de mucha contemplación y que la mayoría de la población suele valorar otras cosas de la vida como el trabajo, el ocio o el entretenimiento banal. Eso es precisamente lo que Thoreau critica en Walden. Para vivir intensamente tenemos que adentrarnos en los bosques y observar la naturaleza, vivir sólo con lo básico y esencial. De otro modo, al final de nuestras vidas nos daremos cuenta de que no hemos vivido.
Actualmente, en pleno siglo XXI, hay una importante concienciación respecto al cambio climático que sufre el planeta provocado por la actividad humana. De hecho, durante la pandemia que estamos atravesando hemos visto como muchas grandes urbes están perdiendo habitantes que deciden irse a vivir a zonas rurales menos habitadas en busca de tranquilidad y desasosiego. También hay gente que ha optado por construir un huerto en su casa y cultivar sus propios alimentos, por no hablar del incremento de pernoctaciones en el turismo rural. Se calcula que quince provincias de España registraron más del 40% de su gasto turístico en municipios rurales en el año 2020. Por este motivo, la obra que nos ha dejado Henry David Thoreau ahora es más necesaria que nunca si queremos revertir la dramática situación climática y poner las bases de un nuevo estilo de vida, basado en el aprovechamiento saludable de los recursos proporcionados por la tierra, el regreso respetuoso del ser humano a la naturaleza y un nuevo concepto del ocio y del disfrute que aprecie las pequeñas cosas de la vida, como es el hecho de pasar tiempo con nuestros seres queridos o de estar en contacto con nuestro entorno natural en silencio.
Como dice Thoreau en Walden,
cuando actuamos sin prisas y con prudencia, nos damos cuenta de que sólo lo grande y valioso posee existencia permanente y absoluta y de que las cuitas y placeres vanos no son sino sombra de la realidad.
Henry David Thoreau, Walden, Cátedra, 1854
Autor: Marc García Latorre. Estudiante del grado de Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB); vive en un pueblecito barcelonés rodeado de naturaleza. En 2017, realizó dos cursos para jóvenes escritores en la Escuela de Escritura del Ateneo Barcelonés. Ha participado en proyectos culturales en Cataluña como “Lectures en Ruta” de la asociación Tramoia. También tiene experiencia como redactor en prácticas en la revista La Torre de Barcelona, donde escribió noticias y artículos sobre la actualidad de la capital catalana. Actualmente, es colaborador en Primera Página y compagina su trabajo en la revista con la carrera universitaria.