Mark Patton, un joven modelo y actor en ascenso, construía su carrera en 1985, momento en el que llegó a sus manos el guion de Pesadilla en la calle del Infierno: la revancha de Freddy. El personaje le suponía éxito, fama y contratos con las mejores productoras; sin embargo, una historia con un subtexto gay oculto, la epidemia del VIH en los ochenta y un Hollywood temeroso, lo sepultó en lo más oscuro del fracaso actoral.
El Festival de Mórbido en su edición 2019 trajo en su selección un documental acerca de la experiencia de Mark Patton dentro de la saga de Pesadilla en la calle del infierno. Muy pocos recuerdan la segunda parte del éxito del director Wes Craven bajo la productora New Line Cinema, en ese tiempo independiente. Contrario a lo que todos pensaban, el aceptar un papel dentro de su secuela el éxito no estaba asegurado.
Pesadilla en la calle del infierno: la revancha de Freddy era una de las secuelas más esperadas en su momento. Un nuevo asesino slasher había nacido. Los sueños eran invadidos por un guante hecho de navajas que rechinaban en las tuberías. Freddy Krueger llegaba por segunda vez, pero ahora el protagonista era un hombre, pero que se convirtió en toda una scream queen en tiempo y película equivocada.
La segunda parte de esta saga trata sobre Jesse (Mark Patton), un joven estudiante que buscaba enamorarse de una chica, sin embargo sus pesadillas se volvían cada vez más reales. Un hombre quemado y con un guante de garras se apoderaba de su cuerpo. Freddy Krueger, un asesino de niños, lo acechaba cada noche, dentro de las sabanas, debajo de la ropa interior e incluso en las duchas del gimnasio en su escuela.
Escenas como la de un hombre joven en ropa interior, cuando Freddy le coloca sus navajas en la boca o cuando lo desnuda en las regaderas, suponían un diálogo gay entre líneas; aunque supuestamente el escritor, David Chaskin y el director de la película no se habían dado cuenta de ello.
Aunque la industria de Hollywood estaba llena de la comunidad LGBTTIQ en la década de los ochenta, y gracias a la epidemia de VIH significó un holocausto para esta minoría, la carrera de Mark Patton había sido sepultada a causa de un personaje que actuaba como un queer en la nueva película de terror de la temporada. Ponía en entredicho el tener a un actor que no era abiertamente gay, aunque su primer personaje protagónico sí.
Nadie contratará a un actor que interpreta a un gay, porque ahora todos los personajes serán heterosexuales…
Las palabras de su representante a Mark Patton lo marcaron y causaron que se exiliara en México durante 15 años, hasta que decidió empezar hacer este documental en el 2010.
Parece que las historias se repiten y que la sociedad no aprende de sus errores. La segregación y repudio que vivió la comunidad lesbico-gay en la década de los ochenta fue grave y significó un atraso de más de veinte años para reconocer sus derechos. La «epidemia rosa», como se llamó al VIH en ese momento, atacó en su gran mayoría a hombres que mantenían relaciones sexuales con otros hombres. Los casos comenzaron en 1981 por lo que, en 1983, se dio un brote significativo del cual se encontró a un posible paciente cero, los mismos años en que la pareja de Mark Patton contrajo la enfermedad. Esto lo obligó a regresar al clóset dentro de la industria de Hollywood y, al protagonista de Pesadilla en la calle del infierno: la revancha de Freddy, a un retiro forzado.
El documental parece que está dividido en dos partes. En la primera trata el éxito de la franquicia, así como el ascenso y la vida de Mark Patton; en la segunda, su lucha después del exilio autoimpuesto para después darse cuenta, gracias al internet, que había una comunidad que había visto algo en su personaje de Jesse.
Esta esperanza era una identificación que le dio voz a un silencio de muchos jóvenes que encontraban en este película sepultada por la industria del cine. Sin duda es uno de los primeros discursos gay más honestos y que en su protagonista hay un modelo a seguir de lucha y resiliencia dentro de una sociedad artística hollywoodense de doble moral, gay y closetera.
¡Esta es la historia de Mark Patton!