Todos los días, nueve mujeres son asesinadas en México; esta estremecedora realidad lo convierte en el país con el mayor índice de feminicidios de toda América Latina. La violencia contra las mujeres se ha convertido en una de las prácticas más graves, extendidas, arraigadas y toleradas. Este es el inhóspito panorama que muestra Nosotras, un cortometraje documental realizado por El Día Después –asociación civil con un fuerte compromiso social– y dirigido por la cineasta Natalia Beristáin.
La categoría de feminicidio denota que su ejecución se inserta en lo que se conoce como crímenes de odio e implica que la condición de género subyace al asesinato de la mujer. Signos de agresión sexual; lesiones o mutilaciones previas o posteriores a la privación de la vida; antecedentes de cualquier tipo de violencia del atacante hacia la víctima; la existencia de una relación sentimental, afectiva o de confianza entre ésta y el victimario; amenazas o acoso previo al homicidio; privación de la libertad o de la comunicación; y la exposición del cuerpo de la mujer en un lugar público, son las circunstancias que determinan que un asesinato sea considerado como feminicidio, tipificado en el artículo 325 del Código Penal Federal.
El feminicidio representa el culmen de la violencia de género hacia las mujeres; sin embargo, ello no exime que se vea inmersa en distintas proporciones y dimensiones en la vida diaria de cada una de nosotras. Todos los días modificamos nuestros cuerpos, nuestras actitudes y nuestros gustos para no ser violentadas. Vivir con miedo determina, en muchos sentidos, nuestro proceder.
Es por ello que podemos vernos reflejadas en las voces que Nosotras recoge: testimonios de mujeres que han sufrido violencia, dolidas palabras de familias mutiladas por la falta de un miembro femenino, reclamos de madres a cuyas hijas han desaparecido y asesinado. El cortometraje deja entrever el correr de la violencia por todos los ámbitos de la sociedad, desde la privacidad del hogar –al que deberíamos poder considerar el sitio de mayor resguardo y seguridad– hasta el espacio público en donde la exposición y la autoafirmación sólo les es permitida a los hombres.
El sistema patriarcal inunda todas las estructuras sociales; la ficción de gobierno y de nación no escapan a este hecho. Nosotras evidencia la irresponsabilidad de un Estado fallido, incapaz de garantizar la libertad, la seguridad, la protección de la vida de sus ciudadanas y el cumplimiento de la ley cuando ésta es coartada. Pareciera que –como menciona en el cortometraje una de las madres a cuya hija secuestraron, prostituyeron y asesinaron– es más fácil para las autoridades recoger restos o encontrar cuerpos que desplegar todo el aparato judicial necesario para rescatarlas antes de que eso ocurra. El “permiso invisible” de violencia sin consecuencias, del que habla una de las mujeres entrevistadas del documental, ha llevado a que el 98.5% de los feminicidas no reciban castigo alguno.
Nosotras refleja una realidad en la que nos desenvolvemos a diario y que, precisamente, por cotidiana, en ocasiones nos parece ya imperceptible. El cortometraje busca despertar a sus espectadores, provocar la crítica y el diálogo, a sabiendas de que el cine, desde su trinchera, puede generar cambios en la sociedad.
En medio de la convulsa realidad que vivimos, Nosotras es un documental necesario para todas y todos, resultado de la suma de esfuerzos por visibilizar una de las tantas problemáticas de género que padecemos y del deseo de concientizar a la población de la necesidad de encontrar soluciones puntuales al respecto.
Hace algunos días me cuestionaba en otro artículo (El arte en tiempos de muerte) sobre cuál debería ser el papel del arte en medio del violento panorama que, al igual que muchos otros países de América Latina, vive México. Creo que Nosotras materializa una de las respuestas. El arte informativo, detractor, reflexivo y crítico puede ser, también, una apuesta política y artística.
Autor: Sofía Amezcua Apasionada por la cultura y sus manifestaciones. Historiadora del arte en formación. Ser narrativo. |