Ottawa, 25 de octubre de 2019
Desde hace algunos meses he traído una pregunta en la cabeza: ¿la ‘literatura escrita por mujeres’ tiene sus propias generaciones o en cada generación literaria debemos buscar a las mujeres? Sin embargo, eso me guió a otras preguntas que muchas mujeres ya se han hecho: ¿por qué debemos ser siempre las otras? ¿por qué ‘la literatura escrita por nosotras’ es una literatura aparte?
En este artículo voy a usar ‘literatura escrita por mujeres’ en lugar de ‘literatura femenina’ por los problemas conceptuales que trae consigo este término.
Decir ‘literatura de mujeres’ significa decir ‘literatura no escrita por varones’, sin embargo no es muy común leer titulares que digan «10 nuevos VARONES que están cambiando la literatura mexicana». Porque lo que a la gente le gusta llamar ‘Literatura’, esa que va con mayúscula, es literatura escrita por varones. Nuestra persona que escribe y publica libros es por default un varón. Aquí mismo he hablado ya de cómo la confusión generada por el par ‘poeta’-‘poetisa’ generaba problemas de identificación para las mujeres que escriben poesía.
Este año salió a la luz Invisible Women: Data Bias in a World Designed for Men de Caroline Criado Perez, una escritora británica que se dedicó a investigar la manera en la que las mujeres son invisibilizadas de diferentes aspectos en la vida humana pues cuando hablamos de un individuo perteneciente a la especie Homo sapiens normalmente se habla de un hombre. En pocas palabras, el default de la humanidad se ha construido en sexo masculino, por ello nosotras siempre somos la variación, la diferencia, las ‘otras’.
Esta premisa ha alcanzado todas las esferas de nuestras relaciones sociales, lo que quiere decir que el mundo está diseñado para ellos. Sin ir más lejos, apenas la semana pasada se logró la primer caminata espacial constituida únicamente por astronautas mujeres, la cual pudo haberse registrado antes si los trajes espaciales no estuvieran diseñados principalmente para varones.
Así la literatura. Recuerdo que en la mayoría de mis clases en la carrera de Letras, cuando había escritoras en el programa, estaban todas juntas en una sección aparte, no incluidas en el normal orden cronológico de la lista de lecturas. Eso en las materias afortunadas. En las otras había que preguntarle al o la docente ‘¿Las mujeres no escribieron en el Siglo de Oro?’, ‘¿qué escribieron las mujeres durante el Virreinato?’. A veces tenían respuestas, a veces decían ‘apenas estamos haciendo las investigaciones’. A veces decían ‘hay que entender que las mujeres no tenían tanta libertad como ahora’.
Las clases de literatura escrita por mujeres se tomaban aparte, eran optativas, no eran obligatorias, porque se puede estudiar Literatura, esa que va con mayúscula, sin estudiar a las mujeres. Una no se inscribía a una clase de ‘Literatura del Siglo de Oro español escrita por varones’, pues esa clase simplemente se llamaba ‘Literatura del Siglo de Oro español’.
Las mujeres somos ‘las otras’. Porque los escritores no quisieron escritoras en sus círculos y se tuvieron que crear otros y también porque la Academia decidió que no entraban en sus cánones, que eran diferentes y en la construcción de una historia de las letras no estaban incluidas.
Desautomatizar las prácticas asociadas con el género es uno de los postulados principales del feminismo, en especial del feminismo radical. Y desautomatizar significa preguntarnos ‘¿por qué esto es así?’ en todas las cosas que hacemos a diario. ¿Cómo hacemos que la Literatura deje de ser literatura escrita por varones? Decir ‘poeto’ no es la solución. Parte de construir una respuesta es que las editoriales publiquen a más escritoras, que se les otorguen más becas para escribir con el objetivo de subsanar ese desfase, que no haya que decir ‘literatura por mujeres’ porque de la Literatura, esa que va con mayúscula, podemos y debemos formar parte.
El feminismo radical propone que la liberación de las mujeres llegará cuando no busquemos ‘la igualdad’ a los parámetros masculinos pues eso es aceptar que estos son los correctos, la regla que hay que acatar. El feminismo radical, que ha sido atacado en las últimas semanas, no propone más que una forma diferente de construir el mundo que no considere los estándares de los varones como el ideal al que hay que aspirar. Radical será entonces que la literatura escrita por mujeres sea tan Literatura como la escrita por varones.