Michel Houellebecq, el último de los malditos

“La vida siempre nos rompe el corazón. Por mucho valor, sangre fría y humor que uno acumule a lo largo de su vida, siempre acaba con el corazón destrozado”.
Las partículas elementales

Irremediable, indómito e incómodo, Michel Houellebecq recién cumplió 63 años y su más reciente novela, Serotonina, ya se encuentra en librerías en nuestro país. Pretexto suficiente para hablar de su obra, pero antes, una anécdota.

7 de enero del 2015. La editorial Flammarion lanza a la venta Sumisión de Michel Houellebecq, la más reciente (entonces) novela del autor francés. Sumisión es una ficción planteada en 2022. En Francia, una coyuntura política permite el arribo a la presidencia de Mohammed Ben Abbes -líder de la Fraternidad Musulmana- y, tras esto, el país europeo se islamiza.

8 de enero del 2015. La prensa francesa y los medios internacionales informan sobre el atentado yihadista en Charlie Hebdo -revista satírica francesa-, que cobró la vida de 12 personas. En la portada del “periódico irresponsable” del día anterior aparecía el mismísimo Houellebecq vestido de mago. El titular “Las predicciones del mago Houellebecq” hacía burla del argumento de Sumisión, que había salido a la venta ese mismo día.

Esta loca coincidencia dotó de un aura de profeta a Michel Houellebecq, aunque no fue la primera vez: tras la publicación de Plataforma (2001), un atentado islamista en Balí reprodujo casi con exactitud el ataque que sufren los personajes en la novela.

Estos juegos del azar, pero sobre todo, su personalidad e ideas, hacen de Houellebecq un escritor maldito. Su narrativa da cuenta de su lucidez de filósofo y sociólogo que disecciona la sociedad contemporánea y amplifica sus líneas argumentales en la ficción; no hay crítica, sino un diagnóstico políticamente incorrecto de nuestro decadente presente. Problemáticas como el hedonismo, la apatía emocional, los avances científico-tecnológicos, el mercado sexual o la industria del entretenimiento son observadas con el ojo de un nihilista consumado.

A continuación tres novelas para entrarle a uno de los autores más polémicos de nuestro tiempo, tremendo como no hubo otro en Francia después de Camus o Sartre.

Ampliación del campo de batalla (1994)

“Vivimos tiempos sin precedentes. Si hubiera que resumir el estado mental contemporáneo en una palabra, elegiría, sin dudarlo, amargura”.

Su novela debut. En ella, aparece el primer antihéroe houellebecquiano, un informático de 30 años que vive hastiado del mundo y de la gente, consciente de su propia miseria y de la del mundo, sin esperar más nada o quizá sólo la muerte. Para el narrador, el mundo opera de tal modo que sólo algunos acumulan riquezas, mientras que otros muchos apenas y logran subsistir. Lo mismo ocurre en el campo de la sexualidad, sólo algunos tienen una vida erótica variada y excitante, mientras otros tantos viven en soledad; el fracaso es inapelable, pues no todos cubren el perfil exigido por el gran mercado del éxito material y sexual.

Las partículas elementales (1998)

“Para que la sociedad funcione, para que continúe la competencia, el deseo tiene que crecer, extenderse y devorar la vida de los hombres”.

Michel y Bruno son hermanastros, fueron abandonados por su madre -una hippie del 68 que optó por seguir sus sueños de juventud-. Michel es biólogo y asceta, Bruno es profesor de literatura y un insatisfecho sexual; a ambos la vida se encarga de romperles el corazón. En un punto de la trama, se reconoce que la sociedad actual está en vías de alcanzar el mundo feliz de Huxley. Hacia el final de la novela nos enteramos de que las investigaciones de Michel sentaron las bases para la clonación humana… en el «Epílogo», los seres creados por el hombre rinden homenaje a esa complicada especie que han superado y ante la que es imposible no soltar una carcajada.

La posibilidad de una isla (2005)

“Y el amor, en el que todo es fácil,
donde todo se da al instante:
existe en mitad del tiempo
la posibilidad de una isla”.

Apareció después de Lanzarote y Plataforma. Es una de las novelas menos conocidas de Houellebecq, pero tremenda como él mismo. Daniel, el antihéroe de este relato, es un humorista que se ha hecho de fama y fortuna; dos acontecimientos marcan su fatal y risible final: Esther y los Elohimitas. La sátira y ridiculización de la vida contemporánea arriba a los límites de la ciencia ficción distópica: el lector cae en cuenta de que lee la historia de Daniel a través de la revisión y comentarios biográficos que hacen los clones de Daniel en el futuro. Con estos clones neohumanos se realiza el anhelo de eternidad del hombre, pero esa vida eterna no hace sino perpetuar el absurdo. 

Arody RangelAutor: Arody Rangel «La desgracia sólo alcanza su punto más alto cuando hemos visto, lo bastante cerca, la posibilidad práctica de la felicidad». MH