Ya son 12 años desde que «Secreto en la montaña» (Brokeback Mountain de Ang Lee) fue estrenada bajo un ambiente de censura en algunas sociedades y también de aceptación por parte de la crítica.
Dos jóvenes vaqueros trabajan cuidando ovejas en una montaña. Surge una pasión resultado de una amistad express gracias a la convivencia solitaria. Esta relación perdura por muchos años.
Cito la película porque la historia de Anne Proulx fue reconocida con el premio O. Henry como mejor historia corta del año y ya había sido publicada en el año 1996 en el semanario de «The New Yorker». Desde entonces, una pasión entre dos hombres «rudos» y «varoniles» rompía los esquemas de lo que tiene que ser «masculino» en la sociedad y el núcleo familiar.
Actualmente, Sebastián Lelio («Gloria» y «Una mujer fantástica») ha alzado una voz de inclusión y aceptación. Daniela Vega, actriz de «Una mujer fantástica», es la primera actriz transexual en ser asumida como tal dentro del medio cinematográfico; también fue la primera en presentar una categoría principal en los Óscares. Todo esto porque un director decidió, sin ningún tipo de prejuicio moral, mostrar una historia humana de una persona que sufre por ser aceptada de la forma en la cual quiere ser aceptada.
«#Desobediencia (#Disobedience)» es su primera película hollywoodense con un cast de alto calibre. Rachel McAdams y Rachel Weiz son Esti Kuperman y Ronit Krushka, respectivamente. En la cinta, estas dos mujeres educadas bajo la religión judía ortodoxa son amigas desde la infancia con un romance adolescente entre ambas.
Ronit, al escapar de lo que es para ella una situación asfixiante por ser hija única del principal Rabino de esta comunidad, es olvidada por Esti quien se casa con el mejor amigo de ambas. Cuando el padre de Ronit muere, ella regresa y se reencuentra con Esti, situación que vuelve a encender una llama que ambas pensaron se había apagado ocasionando rechazo y respulsión dentro de su comunidad judía.
La homosexualidad es todo un tema dentro de la agenda religiosa en muchas creencias, incluyendo la judía. En algunas sociedades religiosas el repudio es más fuerte que en otras, pero sigue siendo un tabú dentro de estas comunidades por muchas razones: vergüenza, rechazo, estigmatización y hasta la excomulgación de su propia creencia.
Precisamente, el miedo de una de estas mujeres es que tiene todo que perder: su marido, el hijo del que está embarazada y su religión. Ama a Dios, respeta su creencia, pero siente atracción sexual por su mejor amiga y además ama a su esposo; siente necesidad de ambas cosas, pero una de ellas le es prohibida.
Sebastián Lelio trata con mucho respeto hacia el espectador un tema importantísimo: la atracción entre personas del mismo sexo en las sociedades religiosas, más las de origen cristiano. Lelio entramó la historia de esta manera, precisamente porque necesita tratarse, debemos escuchar y entender a dichas personas que viven una dualidad de sentimientos, porque al sincerarse dentro de estas sociedades pueden ser marcadas como «pecadoras» y no sólo eso, también rechazadas y éste es quizá su principal miedo. Por otro lado quieren seguir sus deseos, pero también con el temor de que eso no sea lo que realmente están buscando. Estas ambivalencias son las que los complementan. La ausencia de cualquiera de las dos representa un vacío en su propia personalidad.
El director chileno ha desafiado y también ha sabido aprovechar un momento importante, cuando la equidad de género comienza a tomar relevancia y da voz a personas con preferencias sexuales distintas. Asimismo, la película le ha permitido mostrar, en el caso de Daniela Vega, una precaria situación de maltrato y vejación a causa de su deseo de ser aceptada como mujer. La voz que proporcionó Lelio a estas minorias ha sido escuchada, pero no aceptada del todo. Las religiones no han terminado por aceptar que el género humano no es dual, sino que más bien siempre están presentes matices y necesitan ser reconocidos, no rechazados, de lo contrario estaríamos pisoteando lo mismo que nos hace humanos, nuestras propias diferencias, tanto de pensamiento, como de personalidad y también de adorar a un Dios supremo.
A cristianos, católicos, musulmanes o, como en «Desobediencia», judíos, los une una sola personalidad: el Dios cristiano. Curiosamente, también entre estas creencias hay disimilitudes, porque todos somos diferentes. Sin lo diferente no habría un punto de comparación con lo que es idéntico. Sin nuestras diferencias no tendríamos que entendernos a nosotros mismos y probablemente funcionaríamos como autómatas a la orden unísona de alguien que nos mandara y así cumplir sus estatutos, y si quisiera igualdad absoluta, nada con matices, lo habría creado tal cual lo pensó. Sin embargo aquí estamos con todo tipo de preferencias, gustos y pensamientos.
Un tema complejo llevado al cine, pero con el tratamiento de Lelio dio como resultado una película emotiva, sensata y necesaria para estos tiempos llenos de confusión, miedo, inclusión, extremismo religioso y con muchos temas sobre la mesa. El director logra cautivar y llevar un mensaje de aceptación a pesar de no estar de acuerdo con lo que hace el otro. Al fin y al cabo es el amor lo que debe de predominar.
Es por eso que el amor es un acto de desafío a todo: tus creencias, tu familia y hasta hacia ti mismo.
Autor: Luis Toriz ¿Es mejor ser respetado o temido? ¿Es mucho pedir ser ambos? Diría Tony Stark. Veo y escribo de cine . Colaboro para el flamante Tour de Cine Francés y estoy orgulloso de estar aquí. Nunca les diré no la vayan a ver , sería atentar contra el crecimiento de su propio criterio |