Año 2007, «El laberinto del fauno» dio una nominación directa a Mejor película extranjera a Guillermo del Toro. A partir de ahí, el director mexicano estaba oficialmente en las grandes ligas dentro de la industria cinematográfica internacional. Aunque perdió ante «La vida de los otros», película alemana, el director había cruzado esa línea de «no ser escuchado» a «ok, tienes algo que decir».
Desde ese momento el diálogo del director hacia el espectador ha sido diverso, podemos decir que su lenguaje se ha extendido. Su ópera prima «Cronos», plasma mucho de lo que tiene como escritor y cuentista: sus criaturas, su visión acerca de la verdadera humanidad, el lado sensible del hombre utilizando metáforas para criticar la realidad. Probablemente este lenguaje no era tan entendible para muchos, por eso digo que ha alcanzado otro nivel de comunicación, su público ha crecido y lo mejor de todo es que lo ha comprendido.
Ha sido un largo trayecto en el cual ha creado películas dentro de lo «políticamente correcto» como: «Hellboy», «Pacific Rim» y «La cumbre escarlata». En estas plasma su visión de manera muy condescendiente con las productoras para obtener el financiamiento de sus obras, paralelo a esto, consolida su estilo en el medio. Ha logrado lo que muy pocos logran: ser un personaje de influencia. Como él mismo lo expresó alguna vez:
«Mis películas son como un anuncio de clasificado, para encontrar a otros como yo»
Este anuncio de clasificados ha dado sus frutos con su más reciente película «La forma del agua», que aunque es la más completa, madura y con mayor contenido de su propia personalidad, no es el mejor de sus trabajos o por lo menos ese es mi punto de vista. Guillermo del Toro, con sus primeros trabajos crea personajes con detalles muy oscuros, con finales desesperanzadores, tanto que dejaban un hueco en el estomago al final; no me mal interpreten, amé «La forma del agua», es poética, es hermosa y tiene características que no habíamos visto en otros proyectos, sin embargo faltó la brutalidad, más Guillermo visceral y menos del gordo tierno, pero esas son mi obsesiones como cinéfilo y mi discurso con su trabajo.
Guillermo del Toro es un obsesivo de los detalles. En estos encuentras el sentido de las cosas, de sus fábulas, de la crítica política y también de su sensibilidad como niño que gusta de la fantasía para expresar sus gustos y miedos. Precisamente, el que sea tan cinéfilo y detallista hace que sea lo que es hoy en día.
Él mismo ha destacado en entrevistas de «La cumbre escarlata» que se inspiró en dos películas: «The innocents», de Jack Clayton y «Rebeca», de Alfred Hitchcock.
De «Los inocentes» del año 1962 toma a los dos infantes. En «Crimsom peak» pone a dos dos hermanos que generan un lazo de amor retorcido. Con estos personajes de Thom y Lucille, Guillermo da una resolución a los dos niños de su referencia fílmica; creó una historia más elaborada sirviendo como continuación a la película de Jack Clayton, fusionándola con el siguiente ejemplo.
Con «Rebeca» de Alfred Hitchcock, esboza a su heroína, la inocente que se mete a la cueva del lobo y que se coloca a sí misma en un peligro inminente, a pesar del mal presentimiento de que algo no se encuentra bien. Así como la antagonista que hace sufrir al personaje principal de la historia, provocando situaciones incómodas que la hacen parecer torpe ante el príncipe con el que acaba de contraer nupcias. Estos sucesos hacen de esta mujer alguien errática; característica que ponen al espectador en situaciones de angustia y empatía con ella.
Así es como del Toro juega con estas dos historias, una con fantasmas reales que atormentan a la heroína y otra donde los espíritus son los recuerdos que pesan en la memoria. Esta mezcla hizo posible su amor gótico donde lo intangible funciona como metáfora del elemento narrativo, no como objetos fantasmagóricos en el sentido literal del terror.
Es con referencias a otros directores que Guillermo del Toro desafía al espectador en un juego cinéfilo que, como bien dice en «El laberinto del fauno»:
«Están ahí para todo aquel que quiera mirar»
O bien, es un tipo de cine que cumple con lo necesario para entretener a un espectador que lo único que busca es pasar un buen rato viendo una película sin perderse en la semiótica con significados que en ese momento parecen inutiles, por no decir sin sentido. Sin duda es un director que vale la pena desmenuzar al ver su trabajo, referencias y por qué no, sus detalles de la oscuridad.
Autor: Luis Toriz ¿Es mejor ser respetado o temido? ¿Es mucho pedir ambos? Diría Tony Stark. Veo y escribo sobre cine. Colaboro para el flamante tour de cine francés y estoy orgulloso de estar aquí. Nunca les diré que no la vayan a ver, sería atentar contra el crecimiento de su propio criterio. |