Singapur
Abierto el agujero
me entraron peces en el cuerpo,
y me llene de algas y de moho
en el oscuro azul.
Meses de ocio desquiciado en lo profundo,
la rompiente de tu cara endurecida
me volvió un pulidor, cargando un farolito,
de tus rocas y arrecifes negros.
El sol se me dio vuelta y te dije buenas noches
en las mañanas.
Puliendo la crónica interna;
la tristeza oceánica de ir a nadar
en el fondo de los seres, es solo la vida
y sus corrientes.
Allá abajo, inmerso en la quebrada submarina
quiero ver el sol, pero el vértigo intrínseco
que pertenecen al caos de nuestras vibraciones,
es la corriente masoquista que me mueve.
Quiero respirar
Como un hombre hipnotizado en el deporte de la apnea.
Postal
Entretenme,
los días son lo mismo;
y se alarga, se pierde en los rascacielos.
Otra tarde que no quiere,
salir de tus ojos.
Polar
No quiero saber del sol
-Me abstengo de cualquier plataforma que no posea modo nocturno-
Soy un espectro foto-sensible
por las veredas
todo me sobra
y el sol es el más grande de todos los sobrantes.
Entonces viene otro día y afronto el dolor de mis ojos. El sol brilla suspendido lleno de doce del día y a mí me falta el anti-réflex químico; resultado del insomnio; soy la tendinitis de las almas purgándose la angustia en la recepción de algún hospital, donde las señoritas que atienden, se liman las uñas y chatean por celulares demasiado caros, e increpan el estado deplorable de mi mirada:
-Emergencias es solo emergencias- recita desde la ventanilla la señorita. Entonces yo emerjo y con ojos lunares la leo fijo, y con esa mirada redonda el tiempo se alarga… -¿Por qué no vino antes…? Emergencias es solo emergencias-
Entonces quise hablarle del sol:
El puto no para y hace un mes duele.
Me he convertido en el vampiro que solo muerde
cuellos alcohólicos de amigas extasiadas
en la oscuridad execrable,
de esos ojos que miran, con deseo mi sustancia.
Los demonios de mi cabeza
se materializan bajo la luna en los adoquines,
y de los charcos de las cloacas
brotan parásitos que quieren beber cerveza conmigo.
Y yo bebo sin culpa.
Tengo la cabeza llena de los mil ochocientos
revoluciones industriales también
donde la esperanza se sujeta entre las manos
y desde el tallo se sopla como diente de león…
Ignacio Bravo Vera-Pinto. Chile,1987. Músico y escritor. Cursó estudios de Sociología en la Universidad de Buenos Aires y de Composición Musical en ciudad de La Plata. Pasó por el Taller de Escritura a cargo del escritor chileno Yuri Pérez, en San Bernardo, Chile. En 2017 hace su primera publicación en Revista Telescopio y posteriormente en Revista Isliada y Cuadrivio dando a conocer su trabajo poético. Actualmente es redactor de la revista Le Miau Noir.