A LORD BYRON
Yo también iba en aquella barca oscura
en un mar de azabache y tiniebla que navegaba hacia la luna
cuando te desgarraste el alma aullándole a los dioses.
Yo también me cubrí con el manto
de la miserable paz
que trae la espuma del sexo femenino.
Y después de eso, regresábamos solos al castillo,
caminando a medio paso
a través de las praderas humedecidas por la brisa,
mientras una escarcha de nieve o de invierno
ya se posaba sobre tus rizos y yo los sacudía
para verte un día más, para vivirte una minuto más.
Pero a ti, aunque se te dio el cielo, siempre quisiste
caer, el brillo de los astros lastimaba tus visiones,
y preferiste cantar tus himnos a un ángel negro
en un banquete de dignidad y de caprichos.
A obtener un nuevo conocimiento partiste
en tu nave de diamantes hacia el río del olvido.
Y ya no pude encontrarte más,
te fuiste con el rumor del viento
a la hora en que la fiebre me azotaba
y sólo me dejaste dos rubíes para mis ojos.
Algunas veces regreso por las noches a la costa
de la cual ya no volviste,
y me parece ver tu rostro que se forma
en la arena, cuando mi llanto
inconsolable, se posa sobre ella.
Mirando el océano me pregunto,
si habrás de cruzarlo nuevamente
para rescatar mi corazón del fuego.
EL HORRENDO AROMA DE LA ROSA ETERNA
Una silente herida en mi pecho
supura la espuma de tu aroma sexual.
Después del primer amor, no vuelves a ser el mismo,
-si tan sólo hubiese podido decidir- hoy no sería la sombra
que abarrota los locales de la noche y los tumultos del deseo.
Los bienaventurados pertenecen a los campos Elíseos
y no a tu río de azufre que se derrama sobre mis manos
y se me escapa entre los dedos
cuando quiero sujetarme al infinito.
Deseaba ser tocado por el rayo
y no por tus palabras de un futuro sin futuro,
palabras fieramente humanas, palabras con las que das de beber
a los perros dolientes , sedientos de algo más que su cotidiana realidad.
De arcilla te crearon, pero el dios ciego
olvidó colocarte brazos para sostenerme
y caí sin amuleto.
El temblor es lo único constante y
la esperanza reflejada en el espejo
no es más que un acto de suicidio.
Dices que la rosa es eterna,
yo sólo la veo marchitarse en mi corazón.
POIESIS
Encuentra el sendero a través de la espesura
y deja que la otra realidad te atrape.
Un eco resuena bajo el agua,
intérnate en el manantial
y mira los lirios hechos de palabras,
te dirán los nombres que pronuncia el silencio
te mostrarán la señal que vive en un sueño.
Entenderás que surcar el verso
es sacrificar al recuerdo y recobrar el olvido,
mas si surgen nostalgias,
báñalas con el oleaje matinal
y guárdalas dentro de una lágrima,
que al caer al estanque nacerá otro lirio.
ARTE POÉTICA
El tiempo que te ha llevado acariciar
el follaje de los árboles bajo los que caminas,
tu última letra que da transparencia
al agua en la que los hombres se reflejan,
es un rincón de arena blanca,
traída de las costas de aquel día
en que los poetas conocieron el mar.
Las caracolas emiten un silbido
y resuena el eco de las palabras antiguas
que Virgilio pronunció enfermo en aquel puerto
sobre una tierra dorada.
Son las huellas del pasado y las derrotas del presente
por las que avanzas a la belleza o a la locura.
Cuando las barcas partan en direcciones contrarias
¿acaso nos daremos cuenta del tesoro que perdimos?
El único destino del poeta es pintar un barco oscuro
que se aleja con la soledad de su alma.
DIARIOS DEL PACÍFICO
Quizá llegue el día en el que estemos juntos otra vez,
navegando en aquel pequeño bote que cruza el océano
hacia nuestra nueva morada.
¡Despliega las velas y eleva tu último adiós!
Al atardecer la sinfonía de las olas nos invita
a no volver jamás.
Pensemos que hubo tiempos mejores
cuando ebrios del dulce vino de la juventud
reíamos sin parar y la locura borraba por un instante la vejez.
Detrás de nosotros yace una tierra lejana de la que hemos
venido a encontrarnos,
la miramos con desdén y hastío
pues el sol comienza a fundirse en su reflejo
y las Pléyades guían nuestra hermosa bandera.
Zarparemos al final de todas las cosas,
Surcando eternamente
hasta encallar en un corazón
o naufragar en un olvido.
Acerca del autor: José Antonio Albarrán (Ciudad de México, 1990). Poeta, Licenciado en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, publicaciones en revistas literarias como el último número de Los bastardos de la Uva, junto a Eusebio Ruvalcaba, y en la revista de arte, estética y creación contemporánea Rojo Siena. Becario ISSSTE del Festival Cultural Interfaz 2017 en Pachuca, Hidalgo, con el maestro Mario Bojórquez. Cofundador del seminario de Poesía El poema y la muerte que se imparte en la Facultad de Filosofía y Letras desde el año 2016.