Análisis de Breaking Bad I: la visión estadounidense de Latinoamérica (primera parte)

Breaking Bad, la serie donde hasta las moscas actúan a la perfección, es una de las producciones más exitosas de los últimos años. Su dinamismo, los giros en la historia, las emociones y los conflictos morales, proyectan en el espectador un interés único desde el inicio. El primer episodio se estrenó en 2008, mientras que el último fue transmitido en 2013; no obstante, en los últimos meses y a causa del buen auge de Netflix, la serie ha tenido grandes alcances y un clamor evidente del público. Sin embargo, existen aspectos inconscientes –quizá me equivoque…- que muestran una visión norteamericana que impacta directamente en todos los espectadores, gracias a los medios de difusión o de diversión como esta serie. El presente artículo servirá para demostrar cómo se configura la visión de E.U. acerca de Latinoamérica.

La serie gira en torno a Walter White (Byran Cranston), un profesor de química que vive con su familia en Albuquerque, Nuevo MÉXICO, y que se dedica a fabricar metanfetamina luego de que le diagnosticaran cáncer. Es más que evidente la relación directa con México, país que constantemente es referente en la serie. Desde el episodio uno, Hank Schrader -personaje importantísimo para el desarrollo de la historia por ser oficial de la DEA (la brigada antidroga) y cuñado de Walter- demuestra una postura racial y de jerarquización hacia los mexicanos. En ese fragmento, Walter, Hank y Steven Gómez (compañero de Hank) acuden al saqueo de un laboratorio de metanfetamina. Hank, enseguida, habla con Gómez:

Schrader: Qué exuberantes son estos mexicanos.

Gómez: Cook es un nombre de blanco y es un idiota, por cierto. Y drogadicto.

Schrader: ¿Sí? Toma esto. Apuesto veinte dólares a que es un “frijol”.

Gómez: Está bien.  […]

Schrader: ¿De casualidad el sospechoso es latino?

Oficial: Según su licencia de conducción es Emilio Koyama.

Gómez: ¡Asiático! ¡Págame!

Schrader: ¡Ey! Su primer nombre es Emilio, es 50% “frijol”.

Al igual que, luego de varios episodios, Hank comenta al mismo Gómez después de que recibiera un ascenso:

“-Es hora de que el pichón vuele del nido, ¿eh? El hombre adecuado viendo cómo naturalmente le sale el lenguaje “frijol”. […] No te me vuelvas nativo, ¿sí?

Semánticamente, asociar al mexicano con la palabra “frijol” indica ya todo un campo de ideas. Un aspecto evidente y que se manifiesta en la respuesta de Gómez, es el color estereotípico de la semilla: negro. Tal como la relación entre blanco/bueno y negro/malo. El frijol es considerado un alimento que señala humildad y cierto grado de pobreza. En contraparte, si se observa desde el ámbito laboral, el frijol se relaciona con la mano de obra de campesinos que cultivan la semilla en un trabajo mal pagado. Los monopolios absorben el producto de estos para venderlo más caro, aprovechándose del trabajador y de su condición de dependencia. El mexicano, de tal modo, es dependiente de una figura jerárquica que brinde sus recursos para que aquél pueda subsistir.

Hank, por su parte, resulta un personaje sumamente interesante desde el punto de vista del análisis, ya que ejemplifica el modelo de autoridad y de prepotencia. Son variadas las escenas donde el oficial de la DEA demuestra con sarcasmo y con humor negro la idea actual generalizada del mexicano -también del latinoamericano- para los Estados Unidos. La confrontación del bien contra el mal -ligado íntimamente con Latinoamérica-, nace en su personaje, pues a pesar de los lazos familiares o de la idea acerca de “la justicia sobre todas las cosas”, Hank encarna la cualidad de la rigidez como un ideal de hombre.

Las creencias religiosas también generan un estereotipo de fe que en la actualidad puede ejemplificarse sin problemas. La Santa Muerte o Jesús Malverde se relacionan directamente con la maldad, el narcotráfico, las drogas o los maleantes. En un contexto libre de cultos o de creencias, los documentos legales (tales como la Constitución o como los reglamentos) poco sirven en el juicio social. Si una persona rinde culto o cree en la Santa Muerte o en Jesús Malverde implica alguno de los siguientes incisos: a) se dedica a asuntos ilegales; b) desea el mal al prójimo; c) se aleja de lo religiosamente correcto (el catolicismo). Este estereotipo renace en la serie para calificar un referente mexicano. Otra vez, Hank menciona en el capítulo 7 de la segunda temporada:

Schrader: Oye, ¿quién es ese?

Oficial: Jesús Malverde, patrón de los traficantes mexicanos.

Schrader: Sí, maldición, sé quién es, ¿sí? Esos imbéciles le rezan de rodillas: “Por favor, señor santo, la DEA no, por favor”.

(Las negritas señalan un tono irónico además de un intento de pronunciación correcta del español).

En la serie, la mayoría de los nombres de los trabajadores, conserjes, o lavadores de autos son de origen hispano. Esto también revela una condición del latinoamericano como persona sublevada a la figura estadounidense. Además, estos personajes -irrelevantes para los giros de la serie- a veces se relacionan con hechos censurados por la sociedad, como el consumo de marihuana por el conserje (y amigo de Walter) Hugo Archuleta, un hombre gordo y moreno (vaya casualidad) que es arrestado por la DEA. Un ejemplo evidente surge en el sexto episodio de la cuarta temporada: Walter contrata a tres mujeres para que limpien sus instrumentos de trabajo; ellas se resisten, pero él las convence con dinero. Después se revela que las mujeres eran de origen hondureño, indocumentadas y de nombres María, Verónica e Ilia, respectivamente. El dinero como lenguaje universal. En este caso, la mujer latinoamericana es completamente manipulable por el dinero, el cual genera interés y ambición por parte de los indocumentados en los E.U…. tal como afirma el discurso de Trump.

6855050911_ca8b43bc47_z

Es más que evidente el modelo que la serie crea desde esta perspectiva. El estudio o indagación en detalles tan simples reafirma mi premisa. En la temporada uno, episodio tres, un personaje -narcotraficante, por cierto- demuestra sutilmente su vínculo con México por su nombre hispano (Domingo Gallardo Molina) y el nombre de la empresa de su padre: “Muebles Tampico”, igual que la ciudad de Tamaulipas. De tal modo, los detalles dentro de la serie implementan en el público una idea inconsciente sobre el mexicano, el hondureño, el chileno o cualquier otro latinoamericano. Ésta idea -aparentemente irrelevante- se maneja en estos detalles debido a que el espectador toma su información y la acumula en todo su campo de ideas sobre los personajes secundarios o irrelevantes de Breaking Bad, creando una generalización de los latinoamericanos.

Más allá de estas reflexiones en torno a personajes primarios que encarnan el bien o la justicia y personajes secundarios sin mayor trascendencia, es más interesante aún observar el papel de los antagonistas de la serie: hombres que se relacionan fuertemente con los giros de la historia. La configuración de estas figuras puede resultar hasta controversial por los comentarios, las actitudes o la mención de elementos culturales mexicanos que en la actualidad todavía perviven en nuestro contexto. Ése será el objeto de análisis en el siguiente artículo.

Joshua Córdova RamírezAutor: Joshua Córdova Ramírez Escritor y estudiante de Letras Hispánicas en la FFyL de la UNAM. Ganador del concurso interpreparatoriano de Poesía. Sus textos han aparecido en revistas como Cruz Diez, Palabrerías y la antología del nonagésimo aniversario de la Secundaria Diurna No. 4. Actualmente, es colaborador y community manager de Primera Página.
Etiquetado con: