Hablar de Yoga Fire es entrar en un terreno pantanoso con aroma a variedades distintas de kush, a pólvora y a sangre: entrar en la música de Yoga Fire es adentrarse en la Ciudad del Diablo y en el trap mexicano: una de las vertientes del Hip-Hop nacional que más aceptación ha tenido recientemente.
Este MC oriundo de Ecatepec ha dado mucho de qué hablar en los últimos meses. Ser parte de Homegrown Entertainment le otorgado un peso mayor en la escena y su talento lo ha llevado a colaborar con grandes MC’s de gran fuerza como el Alemán, Álvaro Díaz o la Banda Bastön, y no es para menos. El poder de Yoga es equiparable a la fuerza de un terremoto, algo que sacude desde los cimientos y, derrumbando todo a su paso, crea una nueva ciudad y un nuevo concepto.
Es el EP Ciudad del Diablo un arma de destrucción masiva. Es una pieza íntegra en la que se funden, a través de nueve cortes, crónicas de la calle, lenguaje de barrio, narraciones íntegras, historias y fiesta, mucha fiesta. El propio Yoga se ha encargado de poner en juego la realidad nacional, habla sin tapujos de drogas y violencia, como un vivo reflejo de la escena en la que transita como un buque de guerra sobre el mar.
Este disco es lava pura, fuego incandescente que se intuye desde que admiramos la portada, diseñada por Kavi Kid. La locución flamable de Yoga prende la fiesta con sus líneas, un disco cuya fuerza radica en adaptarse a las distintas situaciones: es permitido escucharlo a la hora de hacer ejercicio, a la hora de caminar o estando chill.
El Yoga, respondiendo a su homónimo del videojuego Street Fighter, lanza fuego a su enemigo: la nómina del vulgo, lo común, lo corriente: Yoga innova con su flow, un tanto experimental, rayando en lo inaccesible. Una cosa que viene del futuro.
Y es que el trap, a pesar de que suena desde hace años, no ha sido tan practicado o tan aceptado en sus inicios en México: pocos han sido aquellos que se apegan a sus sueños, a una vida humilde y meritoria, y que desde ahí, desde una trinchera, desde una cueva en llamas de una Ciudad del Diablo, haciendo cortes de cabello a la par que escribe rimas, narran aquello que ven, aquello con lo que conviven del diario. Yoga Fire es uno de esos. Si la vida es un infierno, el Yoga es un demonio que maneja los trinchetes que devienen en micrófono para hacer de nuestra estancia algo más llevadero.
Es menester presenciar la fuerza de este MC, y qué mejor que visitarlo en su elemento cuando salga al escenario en el festival NRML, este 11 y 12 de marzo. Nos vemos ahí para ver cómo las llamas de este pirómano nos alcanzan la garganta y, ardiendo, coreemos sus canciones con la fuerza necesaria para no convertirnos en cenizas.