Hace unas semanas, a principios del mes de agosto para ser exacto, publiqué en este medio (Primera Página) un texto sobre William Burroughs. El texto intentaba comparar la vida, así como los temas de las obras del escritor norteamericano, con otras prácticas o manifestaciones culturales de nuestro país, en específico a esos que llamamos chacas. El uso y tráfico de drogas, actos delictivos, asesinatos, etcétera. Al parecer el texto no cayó tan bien en algunos que se manifestaron su malestar y desacuerdo en la (bendita) opción de comentarios. Tan pronto me enteré de recibir opiniones me puse a leer, y en algunos casos a intercambiar posturas con quienes me leyeron. Un ejercicio sinceramente confortante. Sin embargo, hubo un comentario que llamó mi atención de por encima de los demás, el cuál dice: “A estas alturas del partido haré un artículo comparando a Bukowski con José José, ¿los dos eran bien pedos no? Ya lo dijo Eco “Internet ha multiplicado la soledad” y “las redes sociales dan el derecho de hablar a legiones de idiotas”.
Lo primero que pensé, es que sin duda leería su artículo sobre José José y Bukowski, seguro hay vasos comunicantes y con un poco de orden y talento sería una gran lectura, después, el descontextualizado comentario sobre la soledad, pero lo que más me llamó la atención es su cita sobre Eco, el internet y los idiotas.
Eco declaró: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas».
Bien aquí hay dos puntos a tratar, la primera es ¿Qué te hace idiota, bajo qué criterios se es un idiota, y sobre todo, debemos silenciar a los idiotas? Aquí encuentro un problema peligroso, Eco dice que aquellos idiotas que bebían en el bar, eran silenciados rápidamente, al parecer para Eco, los que no estamos a su altura, no tenemos el derecho de hablar, debemos permanecer callados, sólo un Nobel te da el derecho de hablar, y al parecer sus lectores, o bueno, seguidores (porque leer sus opiniones sobre internet no es leerlo) piensan lo mismo. Para la persona que, claramente no está de acuerdo con mi texto y mi opinión, soy un idiota, el cual debe permanecer callado, sin derecho a decir nada. Qué fácil se gana uno la mota de ser llamado idiota. Me pregunto si para esta persona, al no estar de acuerdo con sus padres, amigos, profesores y demás gente que la rodean, también les llama idiotas. No lo sabremos. Lo que si podemos ver es el intento por menospreciar, por sobajar y sobre todo el gesto pedante de citar a Eco. Aquí es cuando nos damos cuenta, cuánto pesan los sellos de prestigio en algunos lectores entregados en un culto ciego a los grandes intelectuales. Y escribo esto, no para atacar a la persona que me llamó idiota, pues cabe aclarar, nunca me sentí ofendido.
Escribo para defender mi derecho a escribir, y el suyo de opinar, porque en un caso radical, podría decir que el idiota no soy yo, e igual mandarlos callar, pero por fortuna, y aquí entro al segundo punto, el internet ha democratizado la palabra.
El internet ha democratizado la palabra.
A pesar de las consecuencias negativas que le podamos encontrar al internet, también ha abierto una posibilidad de diálogo en muchos casos con todo tipo de artistas y creadores. Facebook, correos electrónicos, Twitter, han dotado de participación y palabra a los lectores y audiencias. Músicos, escritores, artistas plásticos y otros creadores, gracias al uso del internet y las redes sociales han podido tener un acercamiento más estrecho con su público. Claro hay quienes se sienten muy cómodos con esta interacción y por otro lado, hay quienes no soportan pasar por el filtro de quienes los leen, de quienes los escuchan u observan, eso es de cada quien, sin embargo, el hecho de que esta persona haya comentado mi texto y yo poder dialogar con ella, es una de las motivaciones agregadas que da un blog en internet, pues rehuir de la crítica sería seguir en esa relación jerárquica y horizontal de los escritores subidos en una torre de marfil mirando hacia abajo a sus lectores, sin escucharlos, sin verlos y sobretodo, nublando las opiniones y críticas que hace tiempo no podíamos realizar de forma tan cómoda y directa.
Gracias al internet, he conseguido entrevistas muy importantes como con el periodista inglés Simon Reynolds, donde yo estando en la ciudad de México y el en L.A, Califoronio logramos dialogar, todo gracias al osado acto de mandarle un mail. Gracias al internet, he conocido a periodistas, escritores, y músicos sumamente importantes en el país, y he podido dialogar con ellos, opinar sobre lo que piensan, hacerme leer y ellos lo mismo conmigo. Gracias al internet he podido hacerle saber a alguna banda de rock que su último concierto no fue tan bueno, o que la organización fue mala, o todo lo contrario. El uso del internet y las redes sociales puede ser una maravilla si se sabe usar.
Bienvenidas las críticas, las opiniones y los diálogos que nos permite el internet, sobre todo para aquellos que defendemos el derecho de opinar y de expresarnos y hacerle frente a aquellos pequeños dictadores del internet. Qué bueno que todos tengamos derecho de hablar, incluso los idiotas.