A la derecha, asentado en el corazón de Ciudad Universitaria, El Estadio, y en él, el mural de Rivera: La Universidad, la familia y el deporte en México. // ¿Es verdad que lo pensaste, primero, cubrir todo, Rivera? ¿Y qué paso? Qué pequeño, y falto de ingenio. ¿El águila? ¿El cóndor? ¿El mestizaje? // O ¿ te faltó material? O ¿no te surtieron a tiempo?// ¿Te ganó la muerte o el desgano las fuerzas? // A la derecha, la madre indígena, y a la izquierda, el padre europeo… qué mediocre, Diego; qué estático. Mira cuanto vacío dejaste. A ti nadie te toca. Pero no es tu culpa, lo sé. El Sol, quizá, tuvo la culpa. Quien sea, menos tú, Rivera. Te confieso desde aquí, que a nadie le diré que no terminaste siquiera los planos. A nadie le hablaré de tus trazos con desgana. Te quedó grande el centro del mundo.
A la izquierda, sentados en esta banca de piedra, en el corazón de Ciudad Universitaria, le dije a mi madre, madre, ¿ya viste? // ¿Qué? // Mira, señalo a la derecha, ¿ves ese Rivera? Sí, me dice. Mira, señalo a la izquierda, ¿y ese Siqueiros? Sí. Parece que a esas manos les van a dar un pan, me dijo. Ese es un lápiz, y ese un libro. No veo bien, qué dice. Mira. Mil… quin…ientos veinte.
¿tú crees que Siquerios era tonto? No, cómo crees.
Eso es performatividad.
La última fecha ¿qué dice?, pregunta.
Mira bien, está borroso. Ya lo manosearon mucho.
¡Ah! 1999. ¿qué pasó?
quién sabe
Autor: Emiliano de la RosaEscritor de poesía. Fundador y Director General de la revista Primera Página. Ha publicado el libro de poemas «Flor y Espejo o Imagen de Julia» (Memorabilia, 2015) |