Las redes sociales se han convertido en un gran aparador de denuncias ciudadanas, donde personajes abusivos, corruptos, prepotentes, acosadores y demás se han ganado sus cinco minutos de fama o mejor dicho de bochorno social. En realidad no sabemos en qué terminan la mayoría de los casos, si en un procedimiento jurídico o en un quemón mediático, sin embargo, la mayoría terminan siendo trending topic.
Estos personajes, son bautizados como Lords o Ladys gracias a su nula educación o su prepotencia. Ejemplos sobran: Lady100pesos, LadyPolanco o LordAudi (este último ha causado gran indignación y odio.) El linchamiento colectivo no se hace esperar, mentadas de madre, amenazas, manuales de buena conducta y moral, todo junto. Poco me importarían los insultos hacia los Lords y las Ladys, si no fuera por una clase de insulto que reviste a los justicieros sociales de ironía y contradicción.
Aquellos insultos que remiten al clasismo y racismo: “pinche gato” “pinche naco” “pobre indio” “pinche zorra”. Aquí cito a Guillermo Sheridan: «¿Por qué será que cuando se molestan los ideólogos de la igualdad social recurren de inmediato a vituperios clasistas? Es una paradoja significativa: mientras más decididos están a salvar al pobre, más rápido convierten los oficios de pobre en un insulto de burgueses: lacayo, siervo, palafrenero, caballerango, criado, sirviente, chaflán”.
Todo apunta a un odio entre dos grupos, el de los Lords y Ladys y el de los subalternos, el de los afectados, el del vulgo, todos aquellos que no somos ni Lords ni Ladys. Que quede claro, no intento ridiculizar ni desacreditar este tipo de denuncias, puesto que muchas me parecen valiosas y valientes. Está claro el hartazgo que sentimos ante la prepotencia, la nula efectividad y la incompetencia cínica de las autoridades, pero me pregunto ¿Cuándo nos daremos cuenta que reproducimos los mismos ideales clasistas del victimario, pero en sentido contrario?
Muchos señalamos los memes que siguen reproduciendo estas ideas, sobre todo aquellos memes sobre los gustos musicales, si escuchas banda pasas de convertirte de una modelo convencional al personaje de la india María. O qué decir de los llamados Brayan´s y Kevin´s, de la etiqueta y el estereotipo de los CONALEP y sus alumnos incautados en los solventes, los embarazos prematuros, su pobreza educativa, nada más alejado de ello. ¿A caso todavía no nos damos cuenta que al reproducir estas ideas también nos convertimos en Lords y Ladys?
Como lo señaló Julián Woodside en su texto para Yaconic, Memes, mames y discriminación: «¿por qué una buena parte de los memes en México aborda insistentemente el tema del bagaje cultural y el gusto musical como una forma de distinción? Porque eso somos en el día a día: clasistas».
Quisiera cerrar con las líneas escritas por William Hazlitt, uno de los críticos más severos de la cultura elitista y del poder, en la colección de ensayos The Round table: “Me resulta difícil decir quién detesto más: al vulgar que imita el refinamiento o al hombre refinado que se obsesiona en distinguirse del vulgo. Estas dos clases de persona están siempre vigilándose mutuamente”.
Autor: Ángel Armenta (México-1988)
Estudios en la Academia de Arte y Patrimonio Cultural de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, UACM. Gestor y promotor cultural. Investigador sobre musical y cultura pop. |