Los peces de la amargura de Fernando Aramburu tiene un epígrafe así: «Dedico este libro a la impureza». El joven Ahmed (2019), obra de los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne, bien podría tener el mismo subtítulo, aunque con el nominal «película» en lugar del de «libro». El filme presenta una cruda, marginal, cadenciosa y sencilla historia muy bien construida, desde el inicio hasta el final, llena de un personaje potente que, más que ser maligno por naturaleza, se encuentra en la inextricable edad de la impureza.
Ahmed (Idir Ben Addi) es un joven fiel a los principios del Islam. Su guía espiritual o imán, Youssouf (Othmane Moumen), lo ha conducido por la senda de la intolerancia religiosa de un fundamentalismo en ciernes. Ahmed, influido por estos principios de odio, decide matar a su profesora Inès (Myriem Akheddiou) para defender la lengua sagrada y los principios del Corán. Así, Ahmed deberá lidiar con las repercusiones de su intento de homicidio en una historia que crecerá hasta sus últimas consecuencias.
Si una película puede dar de qué hablar, es una producción bien lograda. Si divide opiniones, entonces perdurará en los anales cinematográficos. El joven Ahmed bien puede ser una cinta de ese estilo. Ya de entrada ha obtenido el premio a Mejor dirección en el Festival de Cannes e inauguró el Festival Internacional de Cine de Morelia en 2019.
Una de las puntualizaciones relevantes de la obra de los Dardenne radica en sus categorías tan mencionadas actualmente, pero también tan poco profundizadas: «fundamentalismo», «yihad», «extremismo», «Islam». Cada una de ellas, en muchas ocasiones, se toma absurdamente como sinónimo de maldad, aunque por supuesto no sea así. En El joven Ahmed se conjugan tales ideas, desde líneas bien sutiles que se desarrollan a través de toda la película.
A cada momento, el protagonista total de la cinta es Ahmed, rasgo valioso dentro de la historia, pues permite centrarse siempre en el desenvolvimiento natural del personaje. El desarrollo de su psique se muestra de una forma magistral. El final es la mejor muestra de ello, ya que culmina con un punto de tensión máxima donde la decisión del personaje se convierte en el antes y el después de toda la exhibición antes vista.
La historia, a pesar de ser simple, está muy bien explotada desde la sencillez de llevar paulatinamente una buena trama. Tan es así, que la sutileza, al mismo tiempo la gran valía de la obra, se crea desde la muestra de un joven y su fanatización por aspectos religiosos. Es decir, Jean-Pierre y Luc Dardenne no explotan un suceso con la idea de llegar al morbo de un personaje descarnado por el fundamentalismo; más bien, exponen un joven impuro que oscila entre la bondad y la maldad en una edad volatil, donde las confusiones personales o las atracciones amorosas, influyen mucho en los actos humanos.
Si pudiera establecerse un vínculo entre El joven Ahmed y una forma de hacer literatura —qué mejor relación que con la novela por la amplitud que pueden tener ambas historias—, definitivamente sería con la bildgunsroman (novela de aprendizaje o novela de formación) de un auge relevante durante el siglo XIX. En los dos casos, se muestra siempre a un personaje central que se debate internamente y se desenvuelve hacia la madurez. La evolución se vuelve, pues, el tema principal de este tipo de historias.
De esta forma, Ahmed resulta ser un personaje que hostiga y se convierte en un ser repudiable para el espectador. Su desarrollo moral impacta desde el inicio de la película con la idea del bien general para el colectivo. Partir de este punto también es una jugada arriesgada, pues la cinta pudo haberse caído al no empatizar con el público; sin embargo, la madurez se tensa con los últimos minutos de la película, en donde al mismo tiempo se nos revela con claridad que la apuesta de los hermanos Dardenne no es juzgar o atacar al Islam, sino al fundamentalismo que desemboca luego en el extremismo de cualquier religión.
El joven Ahmed se estrenará en México el próximo 10 de enero de 2020. Jean-Pierre y Luc Dardenne han creado una historia que perdurará por la maestría de su tratamiento, la sencillez en su anécdota y la evolución de su personaje, que bien puede familiarizarse con múltiples contextos de nuestra realidad. La sensibilidad, la impureza y la confusión mantienen la atmósfera de la cinta. No se la pierdan.