Estamos en agosto. Un verano cálido y húmedo. Hace tres años llegué a Bélgica y no me acostumbro al clima. Inviernos largos y fríos; veranos cortos y ardientes. Por la mañana me senté en la terraza, me quité la camiseta y me quedé tranquilo e inmóvil, como lagartija sobre piedra al sol. He pasado la otra parte de la mañana en el jardín, con los hijos de M, buscando caracoles.