Ilustración de Bandini
El primer libro que leí fue el Muñeco de Jengibre; mentira, me lo leían, era tan pequeña que no sabía leer. Pero me gustaba tanto que me lo aprendí de memoria, sabía cuándo pasar las páginas, por lo que la gente me miraba asombrada: “Dios mío, ya sabe leer”. No, no sabía, sólo amaba la historia de la galleta de jengibre en forma de muñeco que escapa del horno: “¡Corre, corre, tan pronto como puedas! No puedes alcanzarme. ¡Soy el muñeco de jengibre!”.