Nada personal
Hasta cuándo
tu carne
será mi trémulo espejismo,
fulgor de soledades,
crepúsculo de gitanos
en la orilla equivocada.
En el sortilegio de mis vicios
tú eres un recuerdo incandescente,
la llamarada de piel
retenida hasta la muerte.
Hasta cuándo
tu carne
será mi trémulo espejismo,
fulgor de soledades,
crepúsculo de gitanos
en la orilla equivocada.
En el sortilegio de mis vicios
tú eres un recuerdo incandescente,
la llamarada de piel
retenida hasta la muerte.
Las últimas ninfas flotan
junto a la orilla del rio
Ellas miran al cielo
y comienzan a cantar
Mis piernas son esbeltas…
Y desde el pubis hasta la axila se cuela el aire,
mi cabellera se desarma, cuando la suelto en el viento,
mis ojos son una mezcla entre el aire y el descaro…
Mi aroma, inevitablemente, te quita el aliento,
pero mi boca te catapulta al infierno…
Todas mis vertebras son preciosas, se alzan hasta mi cuello,
mi centro es flexible y húmedo…
Mis pies caminan nerviosos y sucios,
tristísimos y viudos, llorando por un par de zapatos…
Pidiéndole a las piernas que corran para traerles unos tacones,
o unos tenis poco importa…
Quieren la protección tan útil de unos zapatos.